Según un informe del año pasado de la Unesco, en el mundo hará falta contratar más de 69 millones de docentes para alcanzar el objetivo de matriculación de toda la población en edad escolar antes del 2030.
Más de 16 millones corresponden al África subsahariana, donde el 90 % de las escuelas no pueden llenar las vacantes. La segunda región más necesitada es el sur de Asia. Dentro de Europa, el problema es más acuciante en Alemania, Austria, Francia, Polonia y Hungría.
Faltan profesores especialmente de matemáticas, idiomas, ciencias y educación especial. Expertos afirman que la sequía de profesores produce un aumento en la inequidad educativa, pues los docentes más acreditados o con más años de experiencia son especialmente escasos en los distritos escolares de alumnos de bajo nivel socioeconómico.
Asimismo, ansiedad, depresión y el síndrome del trabajador quemado aumentan entre el profesorado a escala global. El educobarómetro es un reciente estudio publicado por el Observatorio de la Escuela en Iberoamérica de la Fundación SM y se titula El profesorado en España 2023. Revela que 4 de cada 10 docentes dicen haber sufrido agotamiento físico y mental.
La desmotivación es otro factor de interés. Para el barómetro de la salud y del bienestar del personal de la educación, elaborado por la Red Educación y Solidaridad y la Fundación de Empresa para la Salud Pública, fueron entrevistados 26.000 docentes de 11 países de 4 continentes.
Francia, Bélgica, el Reino Unido y Canadá son países donde se percibe un mayor desencanto por la docencia. En Francia, cerca del 50 % de los encuestados señalaron que no volverían a escoger el mismo trabajo por “la consabida poca valoración de la sociedad y las autoridades educativas”.
Factores involucrados en la desmotivación son el bajo salario, la imposibilidad para equilibrar la vida profesional y personal, los frecuentes episodios de violencia en las aulas y la falta de oportunidades para la promoción.
En Bélgica y Holanda destacan, como motivadora de estrés, la indisciplina de los alumnos. Un dato interesante es que los docentes argentinos y suizos se manifiestan felices con su profesión. Destacan un buen ambiente de trabajo y el reconocimiento de sus superiores, las posibilidades de promoción profesional y la disciplina de los alumnos.
Estados Unidos, aunque no aparece en estos dos informes, también pone de relieve la indisciplina, exacerbada después de la pandemia. Casi una decena de estados se plantean aprobar reglamentos más específicos y estrictos.
Por su parte, los autores del reciente artículo de la Brookings Institution, titulado What does the research say about how to reduce student misbehavior in schools?, se oponen a políticas de “disciplina dura”. Afirman que saber comportarse es una habilidad que se aprende con el tiempo y no una decisión que se toma por coacción. La libertad siempre está implicada en la educación.
En Francia, la disciplina y la exigencia son parte de la discusión pública. Recientemente, el pedagogo y experto en autoridad Bruno Robbes dio respuesta en una entrevista para Le Monde a unas declaraciones del presidente Emmanuel Macron en las que pedía “restaurar la autoridad en las escuelas”.
Robbes comentó que no ayuda la mentalidad individualista de nuestra sociedad. “Se pretende obediencia de los demás, pero libertad para uno mismo”.
Bajar la exigencia es un error cuando los adultos no intervienen en los incidentes entre los alumnos o se baja el nivel académico para evitar conflictos. Otra forma de relajar la exigencia es inflar las notas de los alumnos al darse una presión tanto de los padres como de los directores para que aprueben.
Por otro lado, un factor que influye en la satisfacción laboral de los profesores es el ambiente entre ellos. La colaboración entre los docentes afecta de forma positiva a los alumnos.
Al ser la labor educativa interactiva, cobra sentido trabajar por mejorar las relaciones interpersonales en las instituciones educativas. Según la OCDE, una práctica colaborativa que ha demostrado ser especialmente enriquecedora es la observación de clases entre profesores y la posterior discusión de lo observado, así como el coaching o la intermediación de un experto ajeno al colegio.
El ingeniero Alfonso Aguiló dice que “una sociedad inteligente debe dedicar a la enseñanza sus mejores energías, sus mejores ilusiones, sus mejores talentos y sus mejores oportunidades”. Un análisis de fondo debería llevarnos a una perspectiva más cualitativa que cuantitativa con relación a la enseñanza.
La autora es administradora de negocios.