La nueva economía está cada día más condicionada por la interacción de dos sistemas. Por una parte, el capitalismo tradicional, y, por otra, lo que se ha dado en llamar el “consumo colaborativo”. Este último es un fenómeno económico hijo de la actual tecnología, y que, indirectamente, está haciendo rea-lidad los ideales de la economía social. Veamos.
La tecnología de la era digital y de la inteligencia artificial está acarreando consigo una nueva revolución en el paradigma económico mundial, proceso al que se le denomina cuarta Revolución Industrial.
Esto conlleva una ruptura de dimensiones mayúsculas, tal como lo fue el cambio entre el paradigma de la economía feudal a la economía de mercado, durante el fin del medioevo; o de la economía de mercado a la economía de capital, en la era moderna. Es así porque, en la historia humana, cada era económica está caracterizada por una matriz de “comunicación-energía” y por un sistema particular de infraestructuras.
Por ejemplo, la confluencia de la imprenta con la energía hidráulica y eólica, a finales de la Edad Media, fue lo que causó el cambio de la economía feudal a la de mercado. A partir de allí se forjó una sociedad europea nueva. En cada era, estas matrices dan lugar, no solo a un paradigma económico singular, sino también a una nueva cosmovisión general.
El prominente sociólogo Jeremy Rifkin nos recuerda que todo sistema económico está determinado por un medio de comunicación característico, una fuente de energía particular y un mecanismo logístico.
En los sistemas económicos de todas las edades del desarrollo humano, estos tres elementos han actuado para garantizar la eficiencia productiva y minimizar el costo termodinámico.
Además, estos tres sistemas dependen entre sí, pues sin energía no es posible alimentar la comunicación o el transporte; sin comunicación no somos capaces de gestionar la actividad productiva, y sin logística es imposible completar la cadena de valor indispensable para gestionar toda actividad económica.
Internet industrial inteligente. Pues bien, en el siglo XXI está surgiendo una novedosa matriz de “comunicación-energía”. Con ella emerge también otro sistema de infraestructura.
A diferencia de lo que sucedió en la era industrial del siglo XX, la economía de la tercera revolución que estamos viendo surgir está caracterizada por la posibilidad de una producción colaborativa en las redes, de escala horizontal y, en razón del factor tecnológico, con un costo de producción marginal mínimo.
De hecho, todo parece indicar que, a corto plazo, las tecnologías de comunicación e información, los servicios energéticos y la logística estarán funcionalmente integrados en algo que podríamos denominar como una Internet industrial inteligente de bajo costo. Esto permitirá una gran eficiencia operativa y un ahorro termodinámico para una economía mucho más sostenible.
Energía. Ahora bien, citemos algunos de los desarrollos tecnológicos que están logrando los anteriores propósitos.
Uno de ellos es el que conseguirá la transformación de la matriz energética. Por ejemplo, el vigoroso avance tecnológico de los medios de explotación de la energía solar, la eólica, la geotérmica, la energía marina (por marea y oleaje) o la que se genera por la descomposición anaeróbica de la basura.
De avanzar dicha tecnología al ritmo que ya lo hace, la producción energética se acercará a un costo cercano a la gratuidad. Los expertos aseguran que la producción de energía doméstica se abaratará igual como se ha abaratado la tecnología informática general. Y aquí topamos con el desarrollo tecnológico que ha transformado la matriz de la comunicación mundial: Internet y los ordenadores informáticos.
Impresión 3D. A finales de la década de 1970, un gran ordenador informático costaba millones de dólares, pese a que tenía miles de veces menos memoria RAM que el teléfono que hoy maneja un adolescente promedio en su pantalón.
Por realidades como esa, sabemos que la potencia informática también se democratiza, acercándose a un costo de producción marginal mínimo. Finalmente, me resta citar uno de los desarrollos tecnológicos de la cuarta Revolución Industrial que está transformando la logística.
De ellos, tal vez el más revolucionario, es la denominada impresión en tercera dimensión. Existen muchas fábricas que utilizan ya este sistema. Consiste en la fabricación de productos físicos mediante un software dirigido hacia una maquina similar a una impresora.
Esta máquina deposita capas, ya sea de metal fundido, plástico u otro tipo de materiales similares, hasta producir un objeto físico plenamente acabado, incluidas sus partes móviles.
En las próximas décadas, estas máquinas tendrán capacidad de producir objetos cada vez más complejos y a precios cada vez más asequibles. Y logrará también que el costo marginal del proceso de “infofabricación” sea mínimo.
Incluso, la realidad democratizadora y descentralizadora de la fábrica en 3D permite producir vehículos o viviendas. Por ejemplo, el vehículo canadiense Urbee, infofabricado con dicha impresión, ya está en proceso de prueba y el Instituto Tecnológico de Massachusetts estudia el uso de ese tipo de impresión para fabricar el armazón de una casa en un día.
Autoproducción. Así las cosas, la logística de infofabricación mediante software e impresión de tercera dimensión, en asocio con un sistema de comunicación mundial instantáneo, como lo es la web, y con costos energéticos mínimos, como los que ofrece, por ejemplo, la tecnología de energía solar, ilustra la nueva economía. En esencia, una infraestructura de autoproducción descentralizada de costo mínimo. Un nuevo paradigma que dará lugar a iniciativas empresariales de distribución y producción a muy bajo costo.
Ante esta realidad económica en ascenso, ¿cuál sería una gran conclusión que debemos extraer? Entre otras, la veracidad de los argumentos que siempre sostuvieron, tanto los próceres fundadores de la socialdemocracia como los de la democracia cristiana.
Ellos se enfrentaron a los agoreros de la lucha de clases, quienes sostenían que los ideales de la economía social y solidaria solo eran posibles destruyendo el sistema económico por vías violentas.
Sin embargo, la historia les continúa negando la razón, y es el desarrollo tecnológico, estimulado por la economía de mercado, el que hoy puede llevar gradualmente a la humanidad a pasar de un régimen de producción y distribución concentrado a uno mucho más democrático.
Este sistema productivo en las redes, descentralizado y horizontal está volviendo a reivindicar el valor del trabajo artesanal libre y de pequeño capital, que puede subsistir frente a la gran industrialización centralizada.
Sin duda, una realidad económica que contribuirá a romper con un concepto utilitarista de la naturaleza humana.
El autor es abogado constitucionalista.