Como estamos entrando en una campaña electoral, los costarricenses vamos a recibir, una vez más, toda clase de propuestas populistas para resolver la congestión vial. Así será porque la congestión vial alcanza niveles insoportables para la población y sus perjuicios son tan amplios que se ha constituido en uno de los mayores problemas para la sociedad, lo que convierte el tema en terreno fértil para la cacería de votos.
Lo más fácil para un candidato es presentar su propuesta en un lindo mensaje publicitario que se acerque lo más posible a los deseos ideales del ciudadano, algo así como el anuncio de la construcción de un nuevo y moderno sistema de transporte de pasajeros (tren, tranvía, etc.).
Es una lástima que este problema, que tiene identificadas sus causas, las cuales han sido estudiadas y para cada una de ellas se han propuesto posibles soluciones, no se constituya en el marco apropiado de análisis y discusión en el contexto de una campaña electoral.
Lo primero que deberían reconocer los candidatos es que la congestión vial, producto de la desatención del Estado, que por casi cuatro décadas ignoró el problema e hizo caso omiso a sus potenciales consecuencias, está aquí para quedarse. Que deben tomarse decisiones y emprender tareas que estuvieron rezagadas en el tiempo, que logren evitar un caos aún mucho más crítico. Y que las más eficientes van a tomar tiempo en realizarse y producir frutos, sin demérito de otras acciones a corto plazo que pueden ayudar a mitigar el problema.
En la esperanza de contribuir a una discusión más seria para enfrentar las presas, me atrevo a proponer algunas acciones a largo, mediano y corto plazo:
Mediano y largo plazo:
Institucionalidad. Nada se va a lograr si no contamos con una organización del Estado que tenga capacidad para planificar, administrar y ejecutar las acciones necesarias. Con una advertencia de mi parte: el reordenamiento y fortalecimiento institucional debe fundamentarse en los objetivos que se desea que sean atendidos, con técnica, realismo y pragmatismo, no por las ideas casuísticas de algún político o de ocurrencias populistas.
Desarrollo Urbano. La principal causa del problema es la no aplicación de planificación del desarrollo urbano cuyos efectos continúan avanzando de manera incontrolable. Urge parar esta hemorragia, ponerle un torniquete como el que se propuso con las recomendaciones, que nunca se aplicaron, del estudio efectuado por el Plan Regional Urbano de la Gran Área Metropolitana (Prugam).
Transporte público. Los servicios actuales son ineficientes y deben ser modernizados. Para evitar que los usuarios dejen de recurrir a sus propios medios de transporte, es indispensable hacer andar el modelo conocido como “sectorización para el transporte en autobús” y el plan del actual gobierno para modernizar los servicios del tren que administra el Incofer. Me refiero, con esto último, al que conecta las ciudades de Alajuela, Heredia y Cartago entre sí y con San José, elaborado con la asistencia del Banco Centroamericano de Desarrollo.
Obras de infraestructura. Concretar la construcción de las obras programadas por el gobierno para el área central de San José será de enorme ayuda. Me refiero al trayecto contratado para parte de la Circunvalación norte, a la modernización de las intersecciones de Guadalupe, la Bandera y Zapote en la Circunvalación, así como el puente sobre el río Virilla en la ruta 32. Pero también es necesario materializar las ampliaciones de las autopistas a San Ramón, Cartago y la carretera a Heredia.
Corto plazo. Para atenuar los efectos de la congestión actual y la que se va a generar durante la construcción de las obras de infraestructura enunciadas en el párrafo anterior, es indispensable ejecutar una serie de pequeñas obras y mejoras en la calidad de los servicios. Se requiere una respuesta enérgica y ejecutiva del gobierno, acompañada de la asignación de recursos presupuestarios para asegurar su aplicación. Ofrezco, como ejemplo, las siguientes propuestas:
1. Pavimentar y señalizar la red de “vías de tránsito” en el casco urbano. Las rutas nacionales son incapaces de manejar los flujos de tránsito. Cada vez con más frecuencia los usuarios utilizan calles urbanas (vías de tránsito) que la ley general de caminos les permite al MOPT y al Conavi asumir como parte de la red.
2. Eliminar atascos que se pueden resolver con obras menores destaponando los llamados “cuellos de botella”, conocidos como “topics”.
3. Como parte de la sectorización, rediseñar los sitios de paradas para los autobuses y conseguir que estos no se paren donde les da la gana; revisar las frecuencias de las rutas para eliminar recorridos innecesarios; establecer trasbordos en cabeceras de cantón para disminuir el número de buses que ingresen al centro; y definir carriles exclusivos o prioritarios para autobuses.
4. Facilitar el flujo vehicular en las principales rutas de acceso o salidas a centros de población en horas pico mediante operativos de la Policía de Tránsito.
5. Revisar y ajustar a la demanda el funcionamiento de los sistemas de semáforos.
6. Poner en servicio un vigoroso programa de vigilancia mediante instrumentos de tecnología digital.
7. Prohibir el paso de furgones por ciertas zonas urbanas y hacer cumplir el horario de sus desplazamientos.
8. Establecer y controlar los horarios y sitios de carga y descarga en el centro de la ciudad y revisar los límites de la capacidad de los vehículos que se usan para esos efectos.
9. Ejercer riguroso control sobre los vehículos mal estacionados en las principales vías y en el centro de las ciudades y utilizar grúas para retirarlos.
10. Definir vía de paso este-oeste, norte-sur libres de obstáculo para vehículos particulares.
11. Estudiar la eliminación de cruces a la izquierda en ciertas vías.
12. Proponer, porque la hay, solución a las presas que se forman en todas las casetas de peaje.
Para conseguir que se cumplan la mayoría de estas recomendaciones se necesita, por lo menos, duplicar el número de oficiales de la Policía de Tránsito y un trabajo coordinado del Consejo de Seguridad Vial, de la Dirección de Educación Vial, de Ingeniería de Tránsito, del Consejo de Transporte Público y del Conavi.
Claro que, además de dinero, para resolver estos problemas se necesita, para empezar, hablar en serio, y, ¿por qué no?, la cooperación de todos.
El autor es ingeniero y exministro de Transportes.