Una extraordinaria noticia iluminó esta semana el ámbito de quienes luchan por la defensa de los derechos humanos en el continente, y por supuesto de todos los hombres y mujeres de Costa Rica identificados con esta noble tarea: Elizabeth Odio había sido elegida jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
“Ese mundo de los derechos humanos y de solidaridad con las víctimas al que mis astros me han ido conduciendo como el camino a seguir”, ha indicado ella sobre el camino que, según nuestro criterio, expresa algunos de los profundos valores en que se asienta la historia de nuestro país.
A doña Elizabeth la conocí cuando ella ocupaba un alto cargo público y yo hacía mis primeras armas en la conducción superior universitaria.
En esa ruta inicial en la que casi siempre me desenvolvía en contextos mayoritariamente masculinos y trabajaba todos los días para encontrar mi propia forma de acercarme a la toma de decisiones, mi propia inspiración y estilo, ¡qué importante fue para mí trabajar junto a esta mujer fuerte y segura!
Sí, pero también enormemente solidaria y visionaria. “Sí, sí, atrevete a hacerlo, vas a ver que te da resultado”, era una frase muy común cuando le comentaba alguna de las innovaciones que estaba impulsando. Creo que no me equivoco cuando digo que para toda una generación de mujeres en Costa Rica, Elizabeth ha sido faro y vela, fuerza que alumbra rutas nuevas y que mueve hacia adelante.
Nada más justo que seguir coronando la trayectoria sobresaliente de esta jurista internacional, académica y funcionaria pública que haberla llevado, como lo hicieron el miércoles veinte países del continente, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Gran trayectoria. Un claro reconocimiento no solo a su destacado papel en el ámbito nacional sino a su carrera en el ámbito internacional: relatora especial de la Subcomisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación en Materia de Religión y Creencias; jueza del Tribunal Internacional para juzgar los crímenes de la antigua Yugoslavia; propulsora del Protocolo Opcional a la Convención Contra la Tortura hasta su adopción en el año 2002; jueza de la Corte Penal Internacional, entre otras destacadas actividades como jurista internacional y defensora de los derechos humanos.
Toda una vida dedicada al derecho y la justicia y signada por la responsabilidad ética y el compromiso con la verdad; de férreos principios humanistas, ha legado desde su cátedra y desde su ejemplo, una enseñanza virtuosa sobre la convivencia pacífica, la vida en democracia, la comprensión y respeto a las diferencias, la solidaridad con las víctimas y el derecho como medios para el perfeccionamiento de la vida en una sociedad libre.
Y si bien ha sido destacada su trayectoria, la autoridad de su palabra no proviene tanto de la relevancia de los cargos ocupados. Se funda más bien en la credibilidad, el prestigio y la confianza ganados a lo largo de una vida coherente con los valores que predica.
Mujer de lucha. Quienes creemos en la defensa de los derechos de las mujeres, debemos un especial reconocimiento por su trabajo constante al visibilizar la necesidad de reinterpretar la normativa nacional e internacional desde el enfoque de género, convencida de que esta reinterpretación es necesaria para garantizar la justicia, la igualdad y la verdadera defensa de los derechos de las mujeres.
Siempre lo ha afirmado con claridad: “He luchado y lucharé siempre para que las sociedades sean cada día más equitativas y justas y las mujeres y los hombres del mundo sean seres igualmente dignos e iguales”.
Es un honor para toda Costa Rica, y en particular para las mujeres costarricenses, la designación de Elizabeth Odio Benito, para que ocupe el cargo de jueza en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Una decisión correcta del señor presidente de la República que ha culminado con gran éxito gracias al amplio respaldo que tuvo su nombre. Estoy segura de que al integrarse a la Corte, esta costarricense que abraza fervientemente la doctrina de los derechos humanos, ese organismo se verá fortalecido para encarar los nuevos retos que la realidad de hoy le presenta. ¡Felicitaciones, querida Elizabeth! Tu nombramiento honra a Costa Rica.
(*)La autora es ministra de Educación