Las sociedades del mundo avanzan en busca de energías limpias sostenibles, en aras de mejorar la salud del planeta.
En el 2012, ese tipo de energías representaron el 8,8% del consumo mundial. Sin embargo, para alcanzar en el 2030 la meta propuesta por la iniciativa de las Naciones Unidas Energía Sostenible para Todos (SE4ALL) es necesario que la tasa de crecimiento anual se aproxime al 7,5%.
Así lo han entendido los grandes países. Alemania e Italia tienen la mayor capacidad solar per cápita; España y Estados Unidos, la mayor capacidad para producir energía solar térmica de concentración (que utiliza espejos para concentrar la luz solar sobre una superficie pequeña); y China, la mayor capacidad de energía eólica.
A escala mundial, en el 2014 las inversiones globales en compañías de tecnología limpia se dividieron en un 52% para transporte, un 14% para generación energética y un 12% para eficiencia energética, entre otros.
Y mientras en Latinoamérica organismos internacionales reconocen los esfuerzos de países como Uruguay, Colombia, Brasil, Chile, Honduras y Nicaragua por impulsar esa tendencia, el ICE revela que pretende desarrollar dos plantas térmicas para atender la demanda de luz a partir de los años 2024 y 2025.
El anuncio resulta un balde de agua fría (yo diría que a punto de congelación), pues apenas días antes celebramos la noticia de que el país acumuló 150 días de generación eléctrica limpia.
Energías limpias. Costa Rica debería estar enfocada en romper la dependencia de la generación eléctrica a partir de combustibles fósiles, pues, aparte de tener un alto costo es, en gran medida, la responsable de enfermar el clima del planeta durante casi dos siglos. También debemos romper la dependencia en la energía hidroeléctrica para mejorar nuestra matriz energética.
Tenemos a nuestra disposición un enorme tesoro en recursos hídricos, eólicos, geotérmicos y solares, así como posibilidades de producir energía mareomotriz o a través de la biomasa. ¿Qué esperamos para dar el salto?
Empresarios interesados en invertir en energías limpias abundan, pero si persisten las restricciones legales, es imposible dar el paso. Tenemos que soltar amarras. Tenemos que creer en nosotros mismos. Se lo debemos a nuestro planeta y a nuestros nietos.
El autor es presidente del PUSC.