Comprender las diferencias entre el régimen básico y el Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP) es clave para asegurar un retiro planificado y seguro. La falta de comprensión suele tener consecuencias significativas, especialmente cuando se trata del futuro económico de los trabajadores una vez finalizada su carrera laboral.
El régimen de pensiones básico, administrado principalmente por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), ha sido durante décadas el sostén de los jubilados. Está basado en la solidaridad intergeneracional y asegura una pensión financiada por las contribuciones de los trabajadores activos. Sin embargo, aunque garantiza un ingreso vitalicio, no cubre el 100 % del último salario devengado. En un país donde el costo de vida aumenta cada vez más, depender únicamente de esta pensión lleva a muchos a enfrentar dificultades económicas durante su retiro.
Por otro lado, el ROP, introducido como un complemento del régimen básico, ofrece una alternativa moderna y potencialmente más lucrativa. En lugar de contribuir a un fondo común, cada trabajador aporta a su propia cuenta individual y los fondos se invierten para obtener rendimientos. Mediante este sistema de capitalización individual, en teoría, los trabajadores acumulan una mayor cantidad de dinero a lo largo de su vida laboral con vistas a mantener un nivel financiero cercano al que tenían antes de jubilarse.
Pero aquí es donde la realidad y la percepción tienden a confundir. La mayoría de los costarricenses no comprenden la importancia de elegir una buena operadora de pensiones. Es habitual que la selección se base en factores como la afinidad personal con un banco o la percepción de estabilidad de determinadas entidades públicas o privadas. Sin embargo, lo que debería pesar es el rendimiento financiero a largo plazo y la capacidad de la entidad para diversificar los riesgos.
Un fondo de pensión que rinda solo un 1 % más al año se traduce en un aumento del 36,11 % en el saldo al final después de 45 años de aportes. ¿Por qué, entonces, se sigue eligiendo a las operadoras con base en razones superficiales? La respuesta, en parte, radica en la falta de educación financiera y en un sistema que no siempre ha fomentado la transparencia y la competencia fundamentada en el rendimiento.
Para los jóvenes, este es un llamado a la acción: si bien puede parecer que la jubilación es un hecho lejano, las decisiones deben tomarse hoy para asegurar el futuro. Aportar más al ROP o incluso considerar un fondo voluntario son pasos que marcan la diferencia entre una jubilación con dificultades económicas y una con seguridad financiera.
Las regulaciones brindan a las operadoras la libertad de mejorar la gestión de las inversiones, pero siempre hay margen para una mayor supervisión. La diversificación de las inversiones y la educación continua de los asesores sobre pensiones son solo dos áreas que deberían fortalecerse.
Con una comprensión clara de las diferencias entre el régimen básico y el ROP, y tomando decisiones informadas al elegir una operadora de pensiones, es posible asegurar una jubilación digna y cómoda para todos.
Profesor de Economía y Finanzas en la Universidad Fidélitas.
Texto producido durante un taller sobre cómo escribir un artículo de opinión, impartido a directores, subdirectores de carrera y profesores de la Universidad Fidélitas por Guiselly Mora, editora de La Nación.