El Gobierno italiano concedió la Orden de la Estrella de Italia a doña Olga Cozza. Me conmueve este galardón, por tratarse de la autora de una gesta a la que todavía no se le ha reconocido como lo merece.
Esta condecoración, entregada el 5 de diciembre, fue instituida para recompensar a quienes se hayan distinguido por méritos extraordinarios en los campos del arte, la literatura, la ciencia, la filantropía y el servicio público.
En las motivaciones para la concesión de los honores, se recuerda a doña Olga Cozza por sus éxitos en el sector de la comunicación y su orgullo de ser italiana.
Se le distinguió por su tenacidad, visión y trabajo incansable al frente de su televisora, durante 65 años. “Logró la televisión y hacerla la más importante y grande del país. Todo esto, sin olvidar sus raíces italianas, su conexión con Italia, logrando incentivar las relaciones amigables y la cooperación entre Italia y Costa Rica”.
Cuando en esta sociedad no se le daba participación a la mujer, doña Olga rompió mitos y se convirtió en la gran precursora de la televisión nacional.
La televisora empezó a transmitir en 1960, tras el trabajo realizado durante dos años por René Picado Esquivel y Carlos Reyes Zamora. Para entonces, doña Olga laboraba como secretaria en Lacsa, atendía los asuntos del hogar y se encargaba de la crianza de sus tres hijos: René, Marco y Paula.
Tras la muerte de don René, nueve años después de haber salido al aire el canal, ella siguió adelante con aquella gesta de su esposo. Entonces, entregó su vida y sus mejores años al desarrollo y fortalecimiento de la empresa.
En 1970, los demás accionistas vendieron su parte de la compañía. Doña Olga había recibido dos ofertas de compra del canal. Ambas las rechazó. En 1975, su padre, el italiano Roque Cozza, quien emigró a Costa Rica tras la Primera Guerra Mundial, hizo el edificio de La Sabana. Nunca hubo duda del deseo de doña Olga de seguir adelante y al frente de la empresa, aunque para entonces las mujeres no se metían en esos asuntos.
Ella le imprimió su estilo y su espíritu. Mujer religiosa y piadosa, se interesó desde siempre por reforzar los valores de la familia. La libertad, la paz y la democracia también figuraron entre sus intereses más preciados.
Bondadosa y filántropa, ha hecho acciones de caridad y solidaridad, con absoluta y total discreción. Dama fuerte, valiente y luchadora, siempre trató de hacer realidad el sueño de su esposo. Lo logró y lo superó, como correspondía a una mujer valiente, fuerte, educada y de una gran fe.
El 2 de diciembre del 2022, el presidente Rodrigo Chaves condecoró a doña Olga Cozza con la medalla al Mérito en la Paz y en la Democracia, “por su aporte a la prensa y al fortalecimiento de la democracia”.
Esa fue una de las primeras condecoraciones. Está muy bien esa medalla, pero ella merece muchos otros reconocimientos. Nunca he escuchado a quienes reclaman por los derechos de las mujeres hacer siquiera una mención sobre doña Olga, quien se metió, hace medio siglo, en una actividad reservada entonces para los varones. Ella abrió el camino para muchas que no se atrevían.
Tampoco le han dado reconocimiento en el área de la Cultura. En la Asamblea Legislativa se han hecho reconocimientos a mujeres y les han entregado benemeritazgos, pero nunca ha habido uno para ella.
Por sus frutos los conoceréis, dice la Biblia y conozco los de ella. No trabajo ni he trabajado nunca en su empresa; a doña Olga la he visto pocas veces en mi vida, pero he seguido de cerca su trayectoria.
Con 87 años de edad y retirada de sus actividades como auténtica líder de su compañía, debería, a estas alturas, haber recibido la gratitud de su pueblo –por medio de sus representantes– por toda su entrega a las mejores causas, por su amor a la libertad, la paz y la democracia; por su defensa de la familia y de los mejores valores de Costa Rica.
Distante de las pasiones políticas, mantuvo lejos de las tiendas electorales a su empresa, garantizando objetividad e independencia, como debe ser. Sin embargo, no han faltado las voces ingratas en su contra. También políticos de turno, empeñados en desacreditarla, la llevaron hasta los estrados judiciales, pero ella salió muy limpia.
Gracias por su ejemplo. Gracias por ser una de las mejores hijas de Costa Rica. Sí, doña Olga, usted se merece la Estrella de Italia y todas las estrellas del firmamento.
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Rogelio Benavides es periodista.