Uno de los resultados que más llamó la atención del país en la reciente ronda electoral fue sin duda la distribución territorial de los votos y su concentración en ciertos partidos y zonas.
En particular, sorprende el voto capturado por el Partido Restauración Nacional con un discurso de corte conservador y religioso en zonas fronterizas, rurales y costeras, en donde se concentran grandes porcentajes de población pobre y excluida.
Aunque los análisis para entender el fenómeno en toda su extensión deberán efectuarse con profundidad en los próximos años, lo cierto es que existe ya información disponible sobre las características de los pobladores en esas zonas que debe llamar al país a la reflexión.
Una de esas características tiene que ver con el nivel educativo y el acceso a la educación. La aproximación a la distribución espacial de las desigualdades educativas llevada a cabo por el Estado de la Educación en su cuarta edición del 2013 advertía al país sobre la existencia de muchas personas con grados altos de exclusión educativa y hogares con baja escolaridad (primaria completa o menos) con una importante presencia de jóvenes entre los 12 y 17 años.
Pocas oportunidades. Asimismo, el estudio identificó significativas brechas en cuanto a asistencia, apoyo y logro educativo en el interior de esas zonas y una correlación espacial negativa entre el éxito de completar secundaria en la población de 18 a 21 años. Distritos con bajo logro se encuentran asociados espacialmente con distritos que tienen una alta incidencia de hogares con baja escolaridad.
En esta categoría, en el grupo de 6 a 11 y de 12 a 17 años figuraban San Carlos de Tarrazú; Monterrey y Pocosol de San Carlos; El Amparo y San Jorge en los Chiles; San Rafael de Guatuso, Brunca de Buenos Aires, Valle la Estrella de Limón, Colorado de Pococí, Telire de Talamanca y Matina del cantón de mismo nombre.
Esta situación evidenció la persistencia de “núcleos duros de exclusión educativa” con problemas de asistencia a clases, tanto en primaria como en secundaria, que, de acuerdo con el informe requerían medidas claras del Ministerio de Educación para mejorar la asistencia, la retención y la conclusión educativa de los estudiantes.
El estudio halló considerables agrupaciones de clima educativo bajo en distritos (la cual se articula con otros tipos de exclusiones sociales) la mayoría distribuidos en las regiones Huetar Norte, Huetar Atlántica y Brunca.
En cantones como Buenos Aires, Guácimo, Guatuso, Los Chiles, Parrita, Sarapiquí, Tarrazú, Upala, León Cortés, Matina, Siquirres y Coto Brus, más del 60 % de los distritos se encuentran vinculados a espacios de exclusión educativa marcados en rojo en el mapa.
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Los más excluidos. Esas zonas de mayor exclusión educativa, localizadas principalmente en las regiones Huetar Norte, Atlántica y Brunca, mostraron menores oportunidades de acceso y apoyo educativo, y planteaban la necesidad de avanzar con urgencia hacia el diseño de políticas que permitieran priorizar y focalizar recursos hacia ellas para mejorar la oferta y la calidad educativa.
Si bien no es posible establecer causalidades entre estos datos y los resultados electorales recientes, lo cierto es que esta información permite subrayar una reflexión relevante: no atender problemas graves y claramente identificados con la celeridad que el país requiere, puede llevarnos a situaciones cada vez más complicadas y con mayores costos sociales, económicos y políticos.
La autora es coordinadora general del Informe Estado de la Educación en Costa Rica, PEN-Conare.