Hace 137 años, Costa Rica tomó la decisión de ser un país de vanguardia y apostó por la energía eléctrica. Esta visionaria hazaña se debe, principalmente, al ingeniero costarricense Manuel Dengo, quien viajó a Nueva York en 1882 y quedó deslumbrado al ver la luz que ofrecía la estación eléctrica instalada por Thomas Edison en Pearl Street.
Dengo regresó a Costa Rica e hizo los trámites para recibir la concesión para desarrollar la luz eléctrica en nuestro país y así, junto con su socio guatemalteco Luis Batres, fundó la Compañía Eléctrica de Costa Rica. Como con todo lo nuevo, se dice que algunos ciudadanos dudaron escépticos de este proyecto hasta que, dos años más tarde de haber iniciado Dengo su sueño, el 9 de agosto de 1884, centenares de ciudadanos abarrotaron las calles para ser testigos del primer momento en que, en un abrir y cerrar de ojos, se iluminaron los postes de luz. Es así como San José dejó a un lado el canfín y se convirtió en la tercera ciudad del mundo, después de París y Nueva York, en tener alumbrado eléctrico.
Salto al presente. El jueves pasado celebré la maravillosa noticia que nuestro país nuevamente apuesta por ser ejemplo para el mundo al aprobarse el financiamiento para la construcción del tren eléctrico.
El crédito por $250 millones (con tasa del 0 %) otorgado por el Fondo Verde del Clima de la ONU permitirá financiar buena parte de la construcción del tren eléctrico que, sin duda, traerá para Costa Rica grandes beneficios tanto para nosotros como ciudadanos como para el medioambiente. Quiero destacar el empeño y la tenacidad de la primera dama, Claudia Dobles, al mantenerse firme detrás de este proyecto y velar por su avance. El tren eléctrico va más allá de la sostenibilidad o del avance tecnológico, es también generación de empleo, salud, mejorar la calidad del aire que respiramos, cuantiosos ahorros en los tiempos de viaje. Es calidad de vida.
Salto al futuro. El periódico digital suizo Watson.ch dedicó hace unos pocos días un extenso reportaje al futuro de los automóviles de combustibles fósiles en Europa, y el panorama para estos autos es tan negro como mi café de esa mañana.
La Volkswagen anunciaba que ya no producirá más automóviles de combustión en Europa a partir del 2033. Audi, solamente ofrecerá modelos eléctricos al mercado a partir del 2026, mientras que la casa italiana Fiat piensa erradicar sus autos que no sean eléctricos empezando en el 2025.
Los franceses no se quedarán atrás y la Renault resucitará su antiguo modelo R5 para lanzarlo como alternativa eléctrica en el 2025. Entretanto, los suecos de la Volvo se han fijado la meta de que el 50 % de sus automóviles sean eléctricos de aquí al 2025 y en el 2030 pasarse exclusivamente a la venta de eléctricos.
El principal problema de los automóviles eléctricos, hasta la fecha, ha sido su alto costo. Sin embargo, muchos de los nuevos autos eléctricos que están en diseño tendrán costos entre los $25.000 y $35.000. Tesla, por ejemplo, líder y mayor productor de los automóviles eléctricos modernos, lanzará su Modelo 2 en el 2023 a un costo de $25.000.
La primera vez que escuché a mi querida amiga Mónica Araya hablar de la movilidad eléctrica fue cerca del 2014. Gracias a voces fuertes como la de Mónica, sumada a muchas más, contamos con la Ley 9518 de Incentivos y Promoción para el Transporte Eléctrico.
La idea de un futuro de movilidad eléctrica no es más una utopía, sino que, a partir de esta década, empieza a ser la norma. La realidad es que todas estas casas automotrices no están haciendo más que prepararse y adelantarse a las estrictas regulaciones que están imponiendo los países europeos. Noruega prohibió la venta de autos de combustibles fósiles a partir del 2025, el Reino Unido a partir del 2030 y España y Francia lo harán a partir del 2040.
En términos financieros, el consumidor europeo que compre hoy un vehículo de combustión sabe que mañana le será imposible venderlo, pues será obsoleto. Debemos empezar a tomar conciencia de que el 2025 ya no es aquel futuro lejano, más bien está a las 200 varas y el 2030, a la vuelta de la manzana.
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Nueva oportunidad eléctrica. Costa Rica tiene todo para dar un salto cuántico en movilidad eléctrica, como lo hicimos en 1884. Si aspiramos a ser carbono-neutrales en el 2050, nuestro compromiso con la movilidad eléctrica es crucial. Si logramos una transición hacia la movilidad eléctrica —tanto en el transporte público como privado— tenemos la posibilidad de ser prácticamente independientes del petróleo, algo insólito para el mundo.
Nuestro país cuenta con una posición privilegiada que muchísimos otros países se desearían. Recordemos que aproximadamente el 98 % de nuestra energía eléctrica proviene de fuentes limpias. Noruega, por ejemplo, aspira a ser el primer país en erradicar los vehículos de combustión (2025), pero nos queda debiendo porque es el que extrae más petróleo per cápita.
Nosotros, en cambio, ya contamos con lo más difícil, que es lograr una matriz eléctrica verde. La infraestructura que nos falta debería ser la parte más sencilla. Tenemos amplios parqueos en todas las provincias (cosa que no existe en los países europeos) que podrían fácilmente convertirse en destination charging points (es decir, sitios de carga de destino), en donde el usuario deja cargando el automóvil mientras hace sus mandados, va al supermercado o visita el cine.
Es hora de que exijamos a nuestros líderes políticos propuestas concretas en este sentido. Es hora de que como consumidores exijamos más alternativas eléctricas a precios competitivos, más incentivos y más infraestructura para acelerar la transición.
Si fuimos capaces de ser la tercera ciudad en el mundo con alumbrado eléctrico, ¿por qué no volver a soñar que podemos ser el oasis eléctrico de América Latina?
La autora es periodista y máster en Cambios Sociales.