Costa Rica es un país altamente expuesto a procesos geodinámicos debido a su ubicación en la interacción entre las placas tectónicas del Caribe, Cocos y Nazca. Esta condición convierte el monitoreo sismológico y volcánico en una prioridad nacional para la prevención de desastres, la protección de la vida humana y el desarrollo sostenible.
En este contexto, la red instrumental del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori-UNA) representa una de las inversiones estratégicas más importantes del país en materia de ciencia aplicada a la gestión del riesgo.
La red instrumental del Ovsicori está compuesta por un conjunto robusto y tecnológicamente avanzado de estaciones y laboratorios que permiten la observación en tiempo real de la actividad sísmica, volcánica y tectónica. Esta infraestructura incluye 90 estaciones sismológicas de alta sensibilidad, con una inversión aproximada de $32.000 por unidad, lo que representa un total de $2,88 millones. Estas estaciones permiten detectar y localizar con precisión los sismos que ocurren dentro y fuera del territorio nacional, información fundamental para la toma de decisiones y la emisión de alertas tempranas.
En cuanto al monitoreo volcánico, se cuenta con cinco estaciones Differential Optical Absorption Spectroscopy (Doas) para medir emisiones de gases volcánicos, con un costo estimado de $30.000 cada una ($150.000 en total), así como siete cámaras de vigilancia volcánica de $6.000 cada una, para una inversión total de $42.000. Estas herramientas son esenciales para evaluar cambios en la actividad superficial de los volcanes activos y anticipar posibles erupciones.
La red también incluye 77 estaciones Global Navigation Satellite System (GNSS) para el monitoreo de deformaciones del terreno, clave para estudiar tanto procesos volcánicos como tectónicos. Cada estación tiene un valor aproximado de $20.000, lo que suma alrededor de $1,54 millones. Esta información es crucial para entender el movimiento de placas y la acumulación de esfuerzo en zonas de subducción y fallas activas.
Complementando estas estaciones, el Ovsicori cuenta con un laboratorio de geoquímica, con una inversión cercana a los $300.000 y un laboratorio de petrología con un valor de $250.000. Estos laboratorios permiten analizar muestras de gases, aguas termales, cenizas y rocas, lo cual ofrece información clave sobre los procesos internos de los volcanes.
Finalmente, toda esta infraestructura se articula mediante servidores especializados, con una inversión cercana a los $700.000, que permiten el almacenamiento, procesamiento y distribución en tiempo real de los datos recolectados. En conjunto, esta red representa una inversión aproximada de $5.862 millones, y respalda la seguridad, el conocimiento científico y la resiliencia del país ante procesos naturales extremos generados en el interior de la Tierra.
Es por esto, que el mantenimiento de la red instrumental completa necesita una inyección anual de ¢600 millones, utilizados solo para la operación continua, el mantenimiento y la expansión de la capacidad ya instalada.
Más allá de las cifras, esta red instrumental es un verdadero escudo científico que protege a cada familia costarricense. Gracias a ella, hoy podemos anticipar desastres, tomar decisiones informadas y construir una cultura de prevención.
Es un esfuerzo que trasciende lo académico y lo técnico: es una herramienta al servicio de la vida, de nuestras comunidades, de nuestros niños y niñas, y del futuro del país.
Cuidarla, fortalecerla y garantizar su funcionamiento continuo no es solo una responsabilidad institucional, sino un compromiso colectivo con la seguridad y el conocimiento de estas y las nuevas generaciones.
Esteban J. Chaves es el director de Ovsicori-UNA.
