Apenas se entra en el aeropuerto, un enorme cartelón que desciende del cielorraso nos dice: “Vanuatu, voted the planet’s happiest country” (Vanuatu, votado como el país más feliz del planeta).
Por las calles de esta nación compuesta por 80 islas y poco más de 250.000 habitantes, se ven los vanuatuenses con coloridos vestidos y camisas, sonrientes, dejando escapar un “hallo” a cada persona que les pasa al lado. Son curiosos pero amigables, orgullosos de su tierra, y agradecidos con lo que les ha dado la vida.
Eso sí, no todo es sencillo en el remoto archipiélago del Pacífico sur. En marzo de este año fueron azotados por el ciclón Pam, que dejó daños en cientos de casas, además de derrumbar y arrasar con la flora y fauna.
Ahora, el fenómeno de El Niño está tocando la puerta y sus primeros rastros son evidentes.
En las montañas, donde antes había un verde profundo, ya se pueden ver parches amarillentos. La sequía está llegando.
Para empeorar las cosas, la situación política no es simple. Catorce miembros del Gobierno, entre ellos el portavoz del Parlamento y varios ministros fueron declarados culpables de actos de corrupción tras haber aceptado cada uno una cifra de alrededor de 1 millón de vatus ($9.000), pagados por la oposición para desestabilizar al Gobierno anterior.
Lo normal sería ver a estos políticos encarcelados, mas no ha sido así. El presidente, Baldwin Lonsdale, se encontraba en Samoa en el momento en que la Corte declaró la culpabilidad de los miembros del Gobierno. Por ende, el portavoz del Parlamento, Marcellino Pipite, ejercía de momento su cargo y decidió usar en su favor y el de sus colegas el perdón real.
Fue así que el domingo 11 de octubre, Pipite se perdonó a sí mismo y a los otros culpables.
La situación en Vanuatu se volvió polémica. La prensa y la opinión de los habitantes era de enorme disgusto. Con el regreso del presidente Baldwin se esperaba algún cambio, pero este prefirió aguardar a recibir consejos y analizar bien la situación antes de decidir qué hacer.
Desde fuera, expertos en derecho internacional debatían que lo hecho por Pipite fue incorrecto. Básicamente, el perdón real libera a los culpables de la pena, mas no del delito en sí. Además, solo pueden ser perdonados una vez hayan sido sentenciados. En este caso, fueron declarados culpables y, finalmente, el 22 de octubre llegó la decisión de la Corte.
Los catorce imputados fueron enviados a la cárcel. Pipite recibió una pena de tres años de prisión y los demás un mínimo de dos años.
Lonsdale declaró que Pipite había malinterpretado el derecho del perdón real que se otorga en la Constitución de Vanuatu.
Vacíos en la ley. La desgracia para esta joven nación de apenas 35 años de existencia (se independizó de Francia e Inglaterra en 1980) es que su Constitución Política y sistema judicial tengan huecos tan evidentes que den lugar a situaciones como la ocurrida recientemente. La inestabilidad política se nutre de escenarios borrosos.
Algunos opinan que aunque la justicia tomó su tiempo, se ha demostrado un punto de poca tolerancia a tales actos, y esto servirá para cimentar bases más sólidas en el futuro.
A pesar de la política, la gente sin vivienda por culpa del ciclón y los efectos que ya genera el fenómeno de El Niño, por las calles se sigue respirando la misma serenidad y alegría.
La gente camina silbando y cantando. Se detienen a conversar y a reírse un rato. Se reúnen después del trabajo a relajarse y construir un sentido de comunidad tomando cava (bebida local hecha de una raíz).
El optimismo reina al preguntarles cómo afrontan el complicado momento. Comentan que es difícil, pero que es lo que es y no queda más que trabajar y ver hacia delante para mejorar.
“No worries, it’s Vanuatu, the happiest country in the planet”, responden.
Gianluca Boncompagni es periodista.