Asumo plenamente lo afirmado en mis artículos anteriores: “Diles que solo queremos pasar” ( La Nación, 18/5/2016) y “Grito de migrantes africanos en el limbo” ( La Nación, 28/5/2016). No sabía que iba a ser necesario seguir escribiendo sobre el tema. Tampoco podía imaginar un infierno mayor al de Paso Canoas, donde los migrantes son recibidos con indiferencia. Peor aún es la situación en La Cruz, donde centenares de hombres, niños y mujeres viven un verdadero viacrucis. Vuelvo de la frontera norte tan indignado y sofocado que quisiera gritar ante la humanidad entera.
De La Cruz a Peñas Blancas, centenares de hombres, mujeres y niños sobreviven en condiciones indignas. Duermen a la intemperie, cocinan en fogatas, orinan y defecan por allí detrás de árboles, se bañan en los ríos, te miran bajando los ojos como si estuviesen avergonzados. No hay palabras para decir su dolor.
Ciertamente, hay un albergue improvisado en San Dimas, donde caben apenas setenta personas. Fuera de allí, nadie sabe la cifra de migrantes escondidos en fincas y en la selva por temor a la deportación.
Llegan voluntarios con comida y ropa, pero no se sabe a quién dirigirse. Un hermano franciscano de la iglesia de los Los Chiles hace un trabajo admirable junto con los vecinos. De la frontera sur a la del norte, observé acciones individuales y colectivas que evidencian la generosidad del pueblo costarricense.
Improvisación. Mucha gente quiere colaborar. Lamentablemente, la inoperancia gubernamental obstaculiza la ayuda. ¿Cómo es posible que más de tres meses después de iniciada la crisis, las autoridades no hayan sido capaces de canalizar la ayuda humanitaria? ¿Cómo explicar la imposibilidad de instalar toldos decentes, duchas y baños móviles para devolverles la dignidad a los migrantes?
A todas luces, la labor del gobierno es insuficiente e incongruente. Llevaron a los migrantes en buses de Paso Canoas a Peñas Blancas, pero, ante el cierre de la frontera con Nicaragua, intentaron devolverlos a Panamá. ¡Eso es improvisación, señores!
Ciertamente, abrieron dos albergues, uno para hombres y mujeres en Río Claro, otro para familias con niños en Buenos Aires, donde, en efecto, las condiciones son decentes. Pero todos los días desaparecen decenas con el afán de seguir el camino hacia su destino final: la tierra de Martín Luther King.
Además, muchos no pasan por el control de la migra móvil improvisada en Paso Canoas, por temor a ser deportados. Las autoridades saben que la frontera norte está cerrada, pero los dejan ir por la libre, como para complicar la vida de los vecinos de La Cruz, donde, de hecho, hay mucha pobreza.
Conversé con algunos habitantes norteños, están muy preocupados por la situación. Sobre todo desde que murieron varios migrantes y no se sabe la causa. Además, se han registrado enfermedades contagiosas. Poner la salubridad pública en peligro es irresponsable.
Propaganda. Ante la magnitud de la tragedia humana, interpelé públicamente al presidente de la República, cuyo silencio resulta ensordecedor. Señor presidente, es preciso informar como ha de ser, en vez de cadenas televisivas que solo muestran lo bien tratados que están los migrantes en Buenos Aires.
Pareciera que algunos albergues se abren con oscuros fines propagandísticos. De nada sirve tapar el sol con un dedo, invisibilizando a miles de migrantes que andan por la selva, desde Colombia y Panamá, hasta Nicaragua.
Estamos ante un fenómeno migratorio multidimensional que apenas comienza. Sin consensos regionales e internacionales, en aras de buscar soluciones eficaces a corto, mediano y largo plazo, podríamos enfrentar un éxodo humano peor que aquel de la Segunda Guerra Mundial.
He elegido cómo quisiera ser recordado: como alguien que nunca ha escrito una palabra que atente contra la dignidad humana. Mi victoria es el verbo, mi grito es justo. No es mi intención distorsionar los hechos, sino buscar la verdad y la justicia.
Le corresponde a usted, señor presidente, elegir cómo quiere ser recordado en la historia. A todas luces, la administración del presidente Luis Guillermo Solís está manchada por la violación sistemática de los derechos fundamentales de los migrantes, quienes solo piden pasar por nuestro país con el fin de seguir el camino hacia el Paso del Norte, sedientos del sueño americano.
Condiciones precarias. Quienes no me creen, podrán hacer el recorrido de la frontera sur a La Cruz, para observar cómo sobreviven los migrantes africanos en una nación conocida por el respeto de los derechos humanos. No hay color de piel, ni género, ni credo, ni edad, en materia de derechos humanos. José Martí dijo: “Dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos”.
Invito cordialmente a la comunidad intelectual, a los amantes de la justicia, a la sociedad civil y a la gente de bien a tomar su posición. Solicito a las Iglesias, la Defensoría de los Habitantes, al Acnur, la OIM, la Unicef, a Human Rights Watch y demás ONG nacionales e internacionales, dudar de la versión oficial. Les insto, les suplico, en nombre de los derechos humanos, les ruego verificar los hechos denunciados.
Emile Zola dijo: “La verdad avanza y nadie podrá contenerla (…). Cuanto más tratamos de ocultar la verdad, más fuerza toma. El día en que saldrá a la luz será terrible”. La verdad avanza y nadie podrá contenerla (…). Cuanto más tratamos de ocultar la verdad, más fuerza toma, el día en que saldrá a la luz será terrible”. La verdad avanza y nadie podrá contenerla (…). Cuanto más tratamos de ocultar la verdad, más fuerza toma, el día en que saldrá a la luz será terrible”. La verdad avanza y nadie podrá contenerla (…). Cuanto más tratamos de ocultar la verdad, más fuerza toma, el día en que saldrá a la luz será terrible”.
Esta no es la Costa Rica que yo amo, que me ha acogido generosamente, y a la que debo mucho. Jorge Debravo dijo: “Soy hombre, es decir, / animal con palabras. / Y exijo, por lo tanto, / que me dejen usarlas”.
Solo tengo una intención, la búsqueda de la verdad, la justicia y salvar mi responsabilidad. No vamos a permitir el incumplimiento de los convenios internacionales en vigor en la República.
No vamos a callarnos porque el silencio es complicidad. La verdad duele en los ojos, como cuando uno escapa de la caverna platónica. Pero allí está, cristalina como el agua bendita, clara como la luz del día, de nada sirve negarla.
He cumplido con mi deber ciudadano. Mi patria es la humanidad, me siento feliz en todas partes donde tengo amigos que quiero. Amar es mi religión. Puedo dormir tranquilo. Las opiniones de quienes creen en la universalidad de los derechos humanos son bienvenidas.