Hemos escuchado infinidad de veces que la violencia obstétrica constituye una violación de los derechos humanos, que vulnera la salud, la libertad, la integridad, la dignidad, la información, la igualdad y la intimidad, entre otros.
Pero, a pesar de las leyes y los tratados internacionales, la violencia obstétrica sigue presente en los servicios de salud.
Una gran empatía con las mujeres que la han sufrido me condujo a realizar un trabajo de investigación como parte de los requisitos finales del Máster en Derechos Humanos en la UNED.
De esa forma me di cuenta de una realidad poco visible: un problema estructural en el sistema de salud, que es permisivo ante este tipo de violencia de género.
Mujeres valientes me contaron que antes, durante y después del parto enfermaron o perdieron a sus bebés o fueron víctimas de abuso físico y psicológico.
Por eso, urge recopilar datos y analizar la causa con el fin de encontrar una solución y reeducar a la población en derechos humanos, parto humanizado y violencia obstétrica.
Gracias a las luchas feministas que comenzaron en los años setenta, a la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, una serie de recomendaciones garantizan el parto digno y humanizado.
Costa Rica es suscriptora de normas internacionales que regulan la violencia obstétrica, cuenta con normativa local, como la Ley 9824 que reformó el artículo 12 de la Ley General de Salud para proteger a la mujer embarazada antes, durante y después del parto.
El objetivo de la legislación es también disminuir la mortalidad materna y de neonatos. Sin embargo, muy por el contrario, mujeres manifiestan no haber recibido un trato cordial, oportuno, ni respetuoso. Algunas afirman que debido a intervenciones médicas o por negligencia médica perdieron a sus hijos.
Como consecuencia de este tipo de violencia, quedan secuelas físicas, psíquicas y emocionales. Es necesario hacer visible lo invisible y reconocer la violencia obstétrica como lo que es: violencia de género que atenta contra los derechos humanos.
Tratamos de luchar por un mundo igualitario, y por eliminar la discriminación y desigualdad que afectan principalmente a las mujeres, pero si bien ha habido avances, los resultados no son suficientes en lo que respecta a la atención de la madre en los centros de salud.
Las mujeres continúan sufriendo experiencias desiguales, violentas y discriminatorias.
La autora es literata.