¿Y los alumnos que sufrieron el apagón educativo?

Si entendemos la educación en su real dimensión, lo que está en juego no es solo el futuro de cada estudiante, sino el del país como un todo

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El último informe sobre el estado de la educación documenta extensamente lo que posiblemente los estudiosos del futuro consideren es el problema más grave sufrido por la sociedad costarricense, la niñez y la adolescencia, especialmente, en toda nuestra vida ciudadana.

Es muy probable que ni la pandemia —con su enorme carga mortal en vidas, enfermedad y dolor— haya tenido un impacto más negativo en la vida de tantos costarricenses como el apagón educativo.

Lo terrible es que, en el caso de la educación, se produjo una enorme pérdida, como cuando un avión se estrella. En el caso de la educación, el efecto negativo se amplía con el tiempo, a medida que otros grupos de estudiantes resultan afectados, dado que no tienen las bases sobre las cuales construir el pensamiento lógico matemático ni la comprensión de lectura.

¿Qué pasará con esas generaciones de estudiantes que sufrieron el apagón educativo?

¿Estamos preparados para lanzar una campaña nacional de rescate de la generación de estudiantes que sufrió este certero ataque a sus vidas y futuro? ¿Tiene el gobierno la capacidad de movilizar recursos humanos y materiales, y convocar a las universidades públicas y privadas a lanzar una cruzada nacional al rescate de las generaciones de estudiantes que en este momento no tienen la posibilidad de entender lo que leen?

Gobierno, sindicatos, colegios profesionales, universidades y todas las fuerzas vivas del país deben apoyar a los maestros, motivar su espíritu transformador y capacidades de enseñar, dotarlos de recursos tecnológicos que contribuyan a emprender en forma individual y colectiva, pública y privada, una tarea gigante que culmine con la satisfacción de las necesidades intelectuales, cognitivas y pedagógicas necesarias para llevar un poco de alivio a tanta necesidad.

Si entendemos la educación en su real dimensión, lo que está en juego no es solo el futuro de cada estudiante, sino el del país como un todo. Nuestra ventaja comparativa fundamental con respecto a otras sociedades es el nivel educativo de los ciudadanos, la capacidad de aprender idiomas y comprender las matemáticas basadas en nuevos enfoques de la lógica que desafían el conocimiento humano.

Se trata de aprender a pensar, no nacemos aprendidos, hay que ir a la escuela, ojalá presencialmente en la mayor parte de los casos, para interactuar, para socializar, para ver y mirar, para observar y experimentar. Se trata de convertir la educación en lo que es: un enorme movilizador social de cambio y oportunidades.

salasalvaro808@gmail.com

El autor es médico y fue presidente de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).