Opinión

Importancia de las profesiones

La mediocridad nos ha impdido movernos hacia un porvenir propicio

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En la opinión pública que nos presentan las encuestas percibimos paradojas y opciones que nos muestran un alto grado de incertidumbre respecto a lo que cabría esperar, sobre todo cuando refleja lo que se hace en el primer mundo. Como también se nota en las respuestas la influencia de la propaganda masiva, que no siempre coincide con el interés público, entonces cabe la duda acerca de la inteligencia común que se necesita para consolidar un pueblo desarrollado y culto. Esto se advierte en la estimación de las carreras profesionales que persiguen los jóvenes y respaldan los adultos. En esta estimación, observo una falta de información respecto a lo que se hace y se sufre en las naciones del primer mundo en cuanto a los estudios en general, aspecto que se multiplica en el tercer mundo. Como este último factor pertenece al campo de la educación, considerémoslo de alta prioridad respecto de nuestro destino común.

Razón de supervivencia. Hay una tendencia a elegir las profesiones tecnológicas, incluso las que solo requieren el aprendizaje de algunas destrezas. Aunque las profesiones tecnológicas generan una elevada posibilidad de empleo y remuneración, el desarrollo de primer rango exige profesionales altamente calificados en las ciencias básicas. Esto es así porque la tecnología siempre dependerá del fundamento de la investigación pura, que se encuentra en las ciencias básicas: matemáticas, física, biología, química. Estos campos no aparecen en las listas de las preferencias nacionales ni en las internacionales, porque otras carreras ofrecen una seguridad económica superior, de modo que a veces las personas combinan el estudio de alguna ciencia básica con el de una disciplina bien pagada: razón de supervivencia. Las ciencias básicas son interdisciplinarias hasta un punto definido, pues en lo que para sí les concierne son característicamente independientes. Nutren la tecnología, pero se sirven de la tecnología para avanzar más rápidamente, aunque, paradójicamente, la tecnología reduce el número de científicos ocupados. Mas los demás campos científicos requieren la reciprocidad interdisciplinaria, precisamente porque necesitan fundarse en los conocimientos de las ciencias básicas.

La ausencia supradicha de tales materias en las listas de preferencias mundiales indica un problema grave, que existe en el primer mundo y que se agudiza donde no se tiene una conciencia de la importancia de estas ciencias: no son buscadas, no son suficientemente apoyadas, no son bien remuneradas, aun constituyendo la verdadera base de toda superación de los conocimientos y del desarrollo. Por ejemplo, un buen matemático, un buen físico, ¿acaso reciben un adecuado trato en las universidades, o pueden encontrar trabajo remunerado según la importancia de su ciencia y de sus capacidades personales, dentro o fuera del ámbito académico en estas tierras tercermundistas?

Desarrollo mal entendido. Esta ausencia de percepción acerca de la necesidad de estas profesiones, que exigen inteligencia, vocación, tenacidad y cultura en algo grado, obedece a un trato marginal y necio por el prurito de un desarrollo mal entendido. El problema se agudiza también donde se sostiene la falsa igualdad del trabajo en campos profesionales netamente diferenciados por el diverso esfuerzo que requieren. ¿Pero se podría esperar otra cosa de las instituciones que pregonan la excelencia, mientras que un simple vistazo a su situación real muestra todo lo contrario? Lo mismo puede decirse respecto de estudios que no aparecen en las listas, indispensables para el desarrollo cultural y que también exigen unas virtudes similares a las de las ciencias básicas: música, artes plásticas, artes dramáticas, deporte...

La calidad de la vida humana requiere bellas artes, ciencias puras, reflexión filosófica, fe auténtica y, por supuesto, todo el avance tecnológico posible: una educación constantemente vigilada por primi inter pares ajenos a toda consideración que no sea el bienestar de la patria. Todo, a mi parecer, una salida para la erradicación de la mediocridad que, hasta el presente, nos ha impedido movernos hacia un porvenir adecuado a las posibilidades de la inteligencia y bondad de los costarricenses y la riqueza y belleza de los ecosistemas del país.

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