El gobierno debe garantizar la seguridad a toda la ciudadanía. La seguridad es una de las razones de ser del nacimiento del Estado. Basta con leer a Hobbs y el Leviatán. Es fácil ser indiferente cuando se vive en un residencial amurallado y se viaja con una escolta que incluso, por imprudencia, ha puesto la vida de personas en juego y simplemente se buscan excusas para culpar a otros en vez de hacer lo que corresponde.
Cómo ser indiferentes cuando vivimos el trienio más violento en la historia del país, con un nivel de homicidios que, a mediados de marzo, alcanzó las 200 muertes, y a este ritmo, de no hacerse nada, la cifra anual de asesinatos podría rondar entre 925 y 975.
Sí; el narcotráfico y el crimen organizado son parte del problema, pero no el único, como bien lo señala la criminóloga Tania Molina en su libro Futuro Secuestrado. Análisis multidimensional de la inseguridad en Costa Rica. Se trata de un grave problema, pero el mayor flagelo es la inacción y la falta de priorización de este asunto por parte del Ejecutivo, menos interesado en soluciones y más en pelear con quienes deberían ser sus aliados en esta lucha. Para muestra, su ausencia en la reunión con los poderes Legislativo y Judicial, el recorte de presupuesto al OIJ y la confrontación con el fiscal general. Debo darle la razón a Gloria Navas cuando señala: “A Rodrigo Chaves no le preocupa el tema de la inseguridad”. Y una se pregunta ¿qué hay detrás de algo tan insólito?
Son injustificables las pérdidas de vidas humanas, las personas heridas, la afectación a la que fríamente denominan “daños colaterales”. ¿Cuántas familias más tendrán que sufrir? ¿Y qué decir del miedo con el que viven los habitantes de a pie, esos que no tienen escolta y son blanco fácil en su nocturno regreso a casa. ¿Cómo ser indiferente ante la tragedia y el temor?
Pero los efectos no quedan ahí: los niños no practican deporte por falta de infraestructura y por la inseguridad. El arribo de turistas al país acumula un semestre de constante caída y la inseguridad figura entre las causas. Basta con leer las advertencias hechas por embajadas en Costa Rica a sus coterráneos o con echar un vistazo en YouTube o TikTok. Ahí encontrarán los extranjeros un mensaje claro: ya Costa Rica no es lo que era.
Nuria Marín Raventós es politóloga.