Así como en Costa Rica, cuando no se quiere resolver algo, se nombra una comisión, cuando se quiere resolver algo, se toma una medida unilateral.
El Ministerio de Seguridad Pública y la Conferencia Episcopal acaban de firmar un convenio de cooperación mediante el que la Dirección de Migración y Extranjería espera agilizar cualquier trámite que necesiten los obispos, sacerdotes diocesanos, religiosos, seminaristas y novicios para obtener un permiso de residencia, temporal o permanente.
Dichos pedidos, según el acuerdo, serán recibidos por un funcionario especialmente nombrado para tal efecto, quien “garantizará una rápida resolución”.
Es de alegrarse que las religiosas ya no tengan que invertir un montón de horas/monja haciendo trámites engorrosos, y que un fraile franciscano le pueda ceder su célebre paciencia a algún cristiano desafortunado que no va a gozar del mismo beneficio, ni aunque se llame Mínor de Jesús ni aunque alegue que es el sacristán de Todos Santos Cuchumatán.
Pero de verdad que el bendito (en el estricto sentido de la palabra) convenio es, cuando menos, discriminatorio y poco democrático.
Es, posiblemente, reflejo de aquello que el popular refrán describe muy sabiamente: “el que tiene más galillo traga más pinol”.
¿O alguien podrá asegurar que el trato preferencial hacia la jerarquía eclesiástica católica no va a deteriorar aún más el laberinto burocrático sobre todo de los permisos de residencia?
El funcionario que se ganará el cielo por adelantado resolviendo en plazos civilizados hace recordar las cajas preferenciales de los bancos estatales: que funcionan la mayoría de las veces a costa de los demás clientes porque no hay una persona exclusiva en estas tareas, sino que se distrae a un cajero cada vez que llega un viejito o el guarda cree que una señora está embarazada.
Por otra parte, ¿qué pasa si el del trámite es un monje tibetano, un pastor mormón, un líder Hare Krishna o un ayatolá chiita, ojalá iraní?
El fast-track en Migración también comprendería a empresarios, deportistas de renombre mundial (¿como Mike Tyson?) y científicos extranjeros. ¿A juicio de quién?
Un poco de influencia celestial siempre es buena, pero no así el tráfico de influencias.