Dos alarmantes noticias en el diario madrileño El País, enviadas por mis amigos Samantha y Alejandro, y otra henchida de esperanza en La Nación hace poco. Un informe de una ONG alerta al mundo por cifra récord este año en la historia del gasto militar, 834.000 millones de euros para conflictos armados, monto quince veces superior a la ayuda internacional. Esa es la principal causa de las hambrunas, y las poderosas empresas que fabrican armas incrementaron sus beneficios en más de un 70%.
Otra: José María Aznar, expresidente del Gobierno español, declaró en una conferencia en los Estados Unidos de América que el mundo está bajo un ataque musulmán y que debemos defendernos fortaleciendo la OTAN para contraatacar. Criticó a los musulmanes por no haber pedido perdón por la ocupación de España durante ocho siglos. Equivocado aserto: si no fuera por los árabes no existirían la belleza de Granada con su inolvidable Alhambra, Córdoba con su mezquita ni Sevilla y la espigada Giralda donde, en Semana Santa, repercute el eco angustiado del sollozo arábigo de las saetas, olorosas a los geranios rojos traídos por los árabes y sembrados en los balcones, al hacer los penitentes cruz en la campana ahítos de caña, allá contiguo al Guadalquivir de las estrellas, según Federico García Lorca.
¡Por Dios! Desdeñó el señor Aznar el Diccionario de la Real Academia Española, enriquecido por los árabes, y solo en la A con las voces de alfil, alfeñique, alfombra, alfonsario, alforja, alfoz entre otras muchas. Además, no tienen por qué disculparse si la Corona española tampoco lo ha hecho con América, destruidos sus templos, ciudades e idiomas por la feroz conquista, y quemados los antiguos códices mayas por orden del obispo Diego de Landa por ser paganos, aunque allí se narraba la vida de un pueblo muy civilizado de 500 años atrás, superior en su refinamiento y cultura a la España de aquel entonces. Pablo Neruda en su Canto general expresa: “El Obispo levantó el brazo, / quemó en la plaza los libros / en nombre de su Dios pequeño… / Y el humo no vuelve del cielo”.
¿Qué hubiese hecho aquel obtuso obispo o los que combaten el paganismo viviendo en el Vaticano, junto a la Roma idólatra que exhibe en Piazza Navona, en mármol blanco, la fuente del pagano Neptuno, el Mausoleo de Augusto con las cenizas de los idólatras Tiberio, Claudio y Nerva, los Foros Imperiales o los obeliscos egipcios, uno elevado en el centro de la plaza de San Pedro trasladado de Egipto por orden de Galígula. Dios se acerca a los humanos por inexplicables caminos para nosotros, tan pequeños ante su inmensidad.
Nota. No extraña el híbrido español de un presidente en una monarquía, y se comprueba así que el modelo presidencialista estadounidense al implantarse en Latinoamérica se desnaturalizó, debido al autoritarismo larvado de los capitanes generales, embrión de la anomalía de que en unos presidentes anida el ánima de un monarca.
Mas la nueva buena es que viene Alan Gore, exvicepresidente del gran pueblo estadounidense, a conversar con el presidente Arias en la creación de un fondo económico mundial para premiar a los países que reforestan y guardan sus bosques primarios. Dice el doctor Arias que deben pagarse las emisiones que emanan de los bosques lluviosos, y adelantó que el Banco Mundial está interesado en invertir $200 millones en el proyecto. Ahora sí va por un ancho camino de mejoramiento planetario que nos hará un gran bien a todos, sin recetarnos nuevos tributos ni traerse las humeantes chimeneas del TLC.
Aunque la simpática periodista María Montero escriba que “Odio ser pobre pero honrada”, estimo que los costarricenses queremos, antes que millonarios del Primer Mundo, ser simplemente honrados, pobres, limpios y decentes.