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En esta época del año, muchos pensamos en la mansedumbre de Jesús, quien entró en un mundo donde el poder y la posición social reinaban supremos.
A los romanos, con su amor por el poder y el dinero, Jesús les hizo saber que aquellos que eran pobres y humildes eran ciertamente los escogidos. La fuerza de estos pronunciamientos, viniendo de alguien que había hecho de la pobreza y la humildad su vida, cambió el mundo para siempre. Imperios cayeron y un nuevo mundo surgió. El Jesús que logró esto fue una figura que nunca pudo estar en paz con lo que encontró, porque vino a redimir. Con el tiempo, aun los romanos llegaron a ver la virtud de vivir en paz y poner la otra mejilla.
Pero también existe otro Jesús que es iconoclasta y sorprendente. Un espíritu libre, como lo caracterizó Nietzsche, que vive de la inspiración y hace el bien instintivamente. Y este Jesús, si lo buscamos, lo encontramos en la Biblia. Lo descubrimos como un visionario e indómito rebelde que viene a inspirar un camino mejor para la humanidad en lugar de representar un pilar del orden establecido.
Siempre actual. Jesús entró en un mundo dominado por el poder de Roma por un lado y por el otro, por un Viejo Testamento con una complicada relación del hombre con su Dios. Ofreció dos guías simples: “amen a su Dios y a su prójimo como a sí mismos”.
En el siglo XX, figuras como Martin Luther King han traído a Jesús a la vida una vez más. No como un apologista de una doctrina existente, sino como alguien que nos empuja a una visión del espíritu humano eternamente nueva y actual. Una visión más justa y trascendental. Por eso es que mi percepción es que Jesús vive, que sigue haciendo mucho por impulsar la fuerza del bien, siempre señalando nuevos rumbos para cumplir con su misión en la Tierra y sus enseñanzas para llegar a Él y a su Padre.
Por mucho que algunos se empeñan en pintarnos a Jesús como una figura que es parte de un pasado extinto, para mí es evidente que siempre es actual, siempre nace de nuevo. Resucita en la imaginación de los hombres y las mujeres que necesitan de una figura que personifique sus mejores esperanzas. Ese es el Jesús de Nazareth que la Biblia nos presenta y en el que yo creo.