Con entre 18 y 29 años cumplidos, la “generación eco” de costarricenses ha alcanzado su mayoría de edad. Esta generación comprende a los nacidos de 1976 a 1986, período en que el número de nacimientos en el país explotó de 50.000 a 85.000 anuales. Esta fue nuestra segunda explosión de nacimientos. La primera ocurrió en la década de 1950 cuando pasamos de 30.000 a 65.000 nacimientos anuales, versión criolla del baby boom gringo –aunque con orígenes y características distintas–. La generación eco, que está compuesta en mucho por hijos de la generación del boom, es en parte un eco del creciente número de adultos en edad reproductiva nacidos en la década de 1950; aunque debe también parte de su crecimiento a aumentos de la natalidad ocurridos alrededor de 1980. A partir del 2005, el número de costarricenses que alcance mayoría de edad disminuirá o se mantendrá constante, siguiendo el curso la curva de nacimientos de 18 años atrás.
La “generación boom” vivió el idealismo de los 70 y el choque ideológico de la Guerra Fría. En su momento creyó en la revolución, el Estado benefactor, la Teología de la Liberación y la magia de la ingeniería social. La dura crisis económica de la administración Carazo, la apertura posterior y la globalización la sacaron de balance y la obligaron a acomodarse a nuevas realidades. Esa generación bien podría ser la que quiebre el sistema de seguridad social y salud de Costa Rica, no por el saqueo que estamos viendo, sino por las pensiones y servicios que demande cuando alcance su edad de oro a partir del 2010. Los integrantes de la generación boom fueron en gran medida un puente entre la vieja familia costarricense –numerosa, forjada en la pobreza, muy religiosa y provinciana– y la nueva familia de dos hijos –materialista, un poquito secular y alguillo cosmopolita en su gusto por los malls y el ocasional viaje a Miami–.
Educación de dudosa calidad. Ahora les ha llegado el turno a sus hijos, criados en relativa abundancia, con muchas más atenciones de sus padres (alrededor del 30% son primogénitos, el doble que una generación atrás), conformistas, sanos, bien nutridos, fuertes y hermosos, pero con una educación formal de dudosa calidad y poca exigencia.
La generación eco –que podría llamarse también la del celular o la de la tanga– ha estado alcanzando su mayoría de edad durante la última década. Su explosión numérica ha impactado en varios aspectos a la sociedad costarricense. La proliferación de universidades privadas es uno de los más visibles. Otro es la presión de este grupo por nuevos empleos. Parte del aumento en la tasa de desempleo se debe al creciente número de jóvenes que se insertan en la economía. Uno de los factores para el aumento de crimen y violencia que vivimos tiene origen en la abundancia de estos muchachos pues son jóvenes quienes en mayor medida cometen actos criminales. El sector vivienda está en auge por el creciente número de nuevos hogares. Servicios dirigidos especialmente a la juventud, como los gimnasios, también están en auge.
Las leyes de la oferta y la demanda hacen pensar que los ahora adultos de la generación eco han estado obteniendo salarios relativamente más bajos pues han tenido que competir con grandes y crecientes números de contemporáneos. Como consuelo, para los varones, el mercado matrimonial les ha sido favorable con una abundante oferta de muchachas un par de años menores…
Aristas positivas de un cambio. Estas situaciones cambiarán con la incorporación a la edad adulta de los menguantes nacimientos de 1986 en adelante. La calidad de la educación secundaria y universitaria podría mejorar para esas generaciones si aprovechamos la disminución de la presión demográfica en estas cohortes. Asimismo, el desempleo podría disminuir y los salarios, mejorar. La muchacha de 20 años de edad en el 2006 tendrá a su disposición una amplia oferta de solteros un par de años mayores que ella. Su contraparte masculina, en contraste, hará bien en buscar pareja entre damas mayores que él si no se quiere quedarse a vestir santos pues la oferta de chicas menores será limitada.
Desde la óptica de la política y del gobierno, este cambio demográfico también tiene consecuencias. En las próximas elecciones todavía habrá un electorado con elevada proporción de jóvenes pues la generación eco tendrá entre 20 y 30 años de edad. De hecho, esa será la última elección en Costa Rica con un gran electorado joven. El gobierno electo (¿Óscar Arias?), en contraste, verá disminuir en su gestión la importancia relativa de los jóvenes, y esta menor presión demográfica le dará una oportunidad de oro para, como ya dijimos, mejorar la calidad de la educación secundaria y superior, bajar el desempleo, mejorar los salarios de entrada y reducir la pobreza y el crimen.