La impunidad de la muerte de Parmenio asestaría una bofetada a la libertad de expresión y al Estado de Derecho en Costa Rica, ya de por sí maltrechos por el empeño de unos oscuros personajes de la vida pública nacional, que aparecen frecuentemente señalados como autores de actos de corrupción, en silenciar el escudriñamiento y la crítica.
Para contrarrestar esa mordaza del terror, los periodistas costarricenses debemos seguir con el mismo empeño del colega Medina en la búsqueda de la verdad en la información. Es posible que muchos, al igual que yo, no compartiéramos en ocasiones la forma en que lo hacía, pero esto hoy es peccata minuta. Lo que sí resulta incuestionable es que La Patada, en sus poco más de cinco lustros de existencia ha sentado cátedra y ha sido uno de los pocos programas que se ha atrevido a sacar a la luz pública hechos que de otra manera jamás hubieran trascendido, aún sin contar con el aparato logístico y los recursos materiales de otros medios de más renombre.
El llevar a los tribunales de justicia a los autores -intelectuales y materiales- de este homicidio no sólo le corresponde al Poder Judicial. La prensa en Costa Rica debe estar más unida que nunca y no tolerar nuevamente ni siquiera el menor intento de reducirla al silencio. Como leí en una pintada de una capital latinoamericana, los periodistas tenemos que "quitar el condón a la pluma y decir siempre la verdad".
(*) Periodista y abogado