En la aldea suiza de Mont Pelerin se reunieron hace como tres meses 80 académicos-economistas, historiadores, politólogos y periodistas, todos ellos distinguidos exponentes del pensamiento clásico liberal para discutir sobre viejas y nuevas amenazas a la libertad. Entre ellos había ciudadanos de Europa Occidental y Oriental, EE.UU., América Latina, Israel, Japón y otros países asiáticos.
Hace 50 años, en 1947, 39 intelectuales norteamericanos y europeos se reunieron por primera vez en esa misma localidad situada en un valle de espectacular belleza y ambiente bucólico, invitados por el profesor Friedrich A. von Hayek para dialogar sobre las amenazas a la libertad como resultado de la expansión del Estado durante los años treintas y de la Segunda Guerra Mundial. Ya desde aquel entonces von Hayek era internacionalmente conocido por la reciente publicación de su libro The Road to Serfdom. (El camino a la servidumbre).
Con ocasión de esa primera reunión, los fundadores de la sociedad Mont Pelerin manifestaron que: "la libertad es esencial si se pretende maximizar la producción en términos de la satisfacción individual. El alejamiento de estas libertades individuales conduce a la producción, no sólo de una menor cantidad de bienes y servicios, sino a la producción de bienes y servicios equivocados. No podemos enriquecernos si consentimos en ser esclavos".
En 1947 el diagnóstico fue muy claro y unánime: la amenaza más importante a la libertad era la planificación centralizada. En Inglaterra el Partido Laborista, después de derrotar a los conservadores de Winston Churchill, se había embarcado en nacionalizar en serie a grandes, medianas y hasta pequeñas industrias. En los Estados Unidos el esfuerzo bélico había originado un maridaje entre la gran industria y un Estado agigantado que el mismo Presidente Eisenhower, unos diez años después, no tuvo empacho en calificarlo como un grave peligro para la libertad y la democracia.
Además, de parte de muchos intelectuales en Occidente se había puesto de moda lanzarle loas a la Unión Soviética presentándola como ejemplo de una sociedad modelo prometedora de igualdad y prosperidad. Uno de esos intelectuales cuyo nombre no recuerdo, al regresar de una visita a la Unión Soviética expresó: "Vi el futuro, y funciona". A tal extremo llegaron las alabanzas que la obra de von Hayek (El camino a la servidumbre) fue prohibida por los Aliados en Alemania para no disgustar a los soviéticos. Sin embargo, de nada sirvieron tantos gestos de aquiescencia porque en menos de un año daría comienzo la Guerra Fría para terminar 42 largos años después.
Dotados de una gran carga intelectual que suscita a su alrededor la pasión de comprender y progresar, los miembros de la Sociedad Mont Pelerin han ganado grandes batallas a favor de la filosofía de la libertad. Siete de ellos, inclusive el profesor von Hayek, han sido galardonados con el premio Nobel en Economía. Otros, como el escritor Michael Novak (The Spirit of Democratic Capitalism) han sido pioneros en el estudio del desarrollo económico de los pueblos y del aspecto ético-moral en la economía de mercado. También desde el punto de vista político, grandes figuras como Ludwig Erhard y Luigi Enaudi, considerados como los arquitectos de los milagros económicos alemán e italiano de la posguerra respectivamente, fueron miembros en su tiempo. El actual Primer Ministro de la República Checa, Vaclav Klaus, fue el primer miembro de la Sociedad de una nación comunista en el pasado. Los "Chicago Boys" o "Corrongos", como los llamó peyorativamente un político costarricense no economista actualmente diputado, sembraron la semilla en Chile para transformarlo de un país pobre entre los pobres en una nación pujante y paradigma para el resto de América Latina.
Después del derrumbe del Muro de Berlín y el colapso de los regímenes marxistas de Europa Oriental y de la misma Unión Soviética, la planificación centralizada está desacreditada en la actualidad, pero la lucha en muchos países para reducir el aparato estatal aún está en pañales. En Costa Rica los ciudadanos siguen siendo víctimas de los engaños y embates de un Estado hipertrofiado e ineficiente. Además de sufrir el asalto en cuadrilla de tanto sinvergüenza sobre los dineros públicos y del desplome de la ética y la moral en todos los estratos de nuestra sociedad, el "desarrollo" económico de este país continúa su curso al compás de los grupos de presión con detrimento del resto de la sociedad civil, del clientelismo político, del cabildeo para favorecer intereses especiales públicos y privados, del excesivo reglamentismo para emprender cualquier actividad empresarial, de la burocratización e inutilidad de un gran número de instituciones públicas, etc.
Paulatina pero inexorablemente, y a pesar de nuestra cacareada democracia reducida a la dispendiosa pachanga electoral de cada cuatro años, los ticos hemos venido perdiendo espacios de libertad. El más reciente asalto del Estado contra el bolsillo de los contribuyentes proviene de las municipalidades. Sin tomar en cuenta el desastroso historial de los servicios municipales ni las negativas consecuencias que se derivarían de su irreflexiva decisión, la Asamblea Legislativa les traspasó a los municipios el cobro y manejo del impuesto territorial a sabiendas de que no estaban preparados para ello, ni humana ni tecnológicamente. Los resultados están a la vista: una triplicación o más en los ingresos de los gobiernos locales para que todo siga como antes, sin percibirse mejora alguna en los servicios, calles destrozadas y basura acumulada por doquier en cada barrio de cada pueblo y ciudad del país.
Para cuando se publiquen estas líneas es posible que la situación de los contribuyentes en relación con los municipios se haya clarificado en vista del interés de los diputados por enderezar el desaguisado que ellos mismos provocaron, pero al momento de escribirlas (13 de julio) el Gobierno Central por medio del Ministerio de Hacienda no se ha tomado la molestia de advertirles a los ciudadanos sobre la ilegalidad de las acciones municipales para realizar un segundo avalúo en apenas un año. Todo lo contrario, porque según lo publicado en los periódicos, los formularios que ilegalmente están utilizando los municipios para acosar a los propietarios de bienes inmuebles fueron diseñados en Hacienda. Es ilegal porque la Ley número 7905 de 1995, en su transitorio III, establece categóricamente que es a la Tributación Directa a quien le corresponde elaborar, fijar y fiscalizar los avalúos hasta el año 2000. ¡Pero así es como se manejan los asuntos públicos en esta Suiza de caricatura!