Es muy común en el ámbito político presentar un proyecto de ley a la Asamblea Legislativa o crear un órgano administrativo para resolver problemas con origen estructural: que existen y se acumulan porque la estructura orgánica y funcional del estado se encuentra bloqueada e impotente para administrar bien sus programas y prestar servicios eficientes.
Cada 4 años, se manosea la integración de los órganos del Estado, no partiendo de una visión y estructuración sistémica de los programas, sino de una concepción gerencial, según la cual la estructura debe acomodarse al nombramiento de los jerarcas designados por el nuevo Gobierno.
De ahí que, suponen los políticos, serían los jerarcas con su habilidad gerencial los que estarían en capacidad de administrar satisfactoriamente los entes a su cargo y así mejorar los servicios a la población, sin considerar que es la estructura actual del aparato estatal la culpable del bloqueo y deficiente atención en los servicios.
Concepción errónea. Piensan los políticos de turno que una buena gerencia resolverá los problemas de burocracia con décadas de existir. Según esto, las cualidades del jerarca y una buena coordinación gerencial entre líneas de mando es suficiente para administrar el país cada 4 años. La reciente creación del Ministerio de la Producción se inspira en esta concepción errónea de la organización estatal, que atribuye a la gerencia pública atributos que no tiene.
De este planteamiento surge una pregunta clave: ¿Puede el gerente, con sus habilidades personales y técnicas, desbloquear una estructura obsoleta e ineficiente, plagada de vicios administrativos que son el caldo de cultivo de la corrupción? La respuesta es negativa.
Se requiere primero un estudio integral con visión de sistema que permita eliminar duplicidades estructurales, reasignar funciones, simplificar programas, redefinir normas administrativas y técnicas, y automatizar todos los procedimientos que hoy se hacen manualmente y crear sistemas de información en línea que crucen la estructura propuesta y den datos ciertos a los usuarios. Es decir, hacer una verdadera reforma del Estado, con visión de sistema.
Freno a parches. Los estudiosos han propuesto cuatro ejes para hacer viable una reforma integral del estado y dejarnos de parches cada 4 años. Los ejes serían:
k Regionalización y sectorialización del desarrollo, como acción contraria al proceso de centralismo que vive el Estado.
k Mayor planificación y agilización del presupuesto nacional. Se obtendría la integración de las actividades de planificación con los presupuestos global, regional y sectorial. Este logro evitaría la improvisación que ocurre cada 4 años, pues se trabajaría con objetivos y metas claramente definidas.
kFlexibilización de la gestión pública La administración pública debe ser dinámica, flexible y moderna. Para lograrlo se plantea la reorganización administrativa y técnica de las instituciones públicas.
kLa fiscalización política y ciudadana de la gestión de gobierno. Se requiere establecer mecanismos claros de evaluación del desempeño institucional, de forma que el jerarca que no cumpla con los objetivos y metas planteados para un período pueda ser destituido por recomendación técnica de la Contraloría General de la República y decisión política adscrita a la Asamblea Legislativa.
En síntesis, la reforma del Estado en sus presupuestos más puntuales reduciría el tamaño del Estado, reorientaría el gasto al logro de objetivos y metas predeterminados, propiciaría la desconcentración administrativa y libraría a la administración pública de malos gerentes si no cumplen con las metas del desarrollo programadas.