Marco Materazzi tomó de la camiseta a Zinedine Zidane en una jugada de los últimos minutos del final de la Copa Mundial de Fútbol. Este reaccionó diciendo: “Si quieres mi camiseta de verdad, te la daré después”. Entonces, Materazzi, por reconocimiento propio, profirió un insulto contra Zinadine, aunque no ha dicho en qué consistió. Este, en consecuencia, le propinó un potente cabezazo a aquél, y lo tumbó a plena vista del público.
Sin ser aficionado al futbol o, menos aún, simpatizante o seguidor de equipo alguno en particular, creo que el acontecimiento descrito deja enseñanzas útiles para todos, como las que resumo a continuación.
Tendencias. La primera refleja dos modos de comportamiento humano con que nos encontramos siempre o a diario: algunas personas ocultan sus objetivos o los medios para lograrlos; otras, en cambio, los plantean con franqueza. Esos términos, por supuesto, deben ser entendidos en forma relativa, no absoluta; es decir, se refieren a patrones y tendencias de comportamiento generales, que pueden tener excepciones y desviaciones específicas. Quienes actúan “ocultamente” suelen disimular sus intenciones y acciones, para manipular a los demás (véase acepción 4 del Diccionario de la Lengua Española). En cambio, los que proceden “francamente” expresan con claridad lo que pretenden y sus métodos son abiertos, y permiten así que otros los juzguen a conciencia y con independencia.
Segunda, es obvio que, en el lance deportivo arriba descrito, el jugador Marco Materazzi personificó la primera actitud en la vida, mientras el francés Zinedine Zidane representó la segunda. Entonces, cualquier lector o lectora puede revisar sus propias observaciones y experiencias respecto a ellas para comparar las consecuencias de cada una.
Mas, al hacer esto, cada uno debe reconocer que –en lo más íntimo de sus carnes, sus huesos y su alma– lleva un mucho o un poco del italiano y del francés: “En el juego de la vida”, cantaba Daniel Santos, “juega el rico y juega el pobre”. Igualmente, es necesario distinguir entre aspectos éticos y morales: los primeros envuelven relaciones entre personas, que son susceptibles de medición y valoración; en cambio, los segundos se refieren al fuero interno de cada individuo (con su Dios, si tiene uno), el cual no puede ser juzgado “aquí en la Tierra”, según acertó el renombrado economista Paul Samuelson.
En guardia. Así, tercera, con base en la crítica y autocrítica, considerando los atributos y características de ética y moralidad del espacio social en que nos posicionamos y movemos, todos podemos y debemos aprender de los casos o situaciones que enfrentamos en la vida, entre los cuales están los dos tipificados arriba en los comportamientos de Marco Materazzi y Zinadine Zidane. Y ofrezco un ejemplo específico del primero, por ser más dañino o peligroso, para que los lectores y lectoras se pongan en guardia respecto a él. Considere un jerarca con los rasgos siguientes: en su trayectoria institucional, el personaje siempre competiría mediante métodos ocultos; estimularía la paranoia colectiva de quienes lo rodeaban, para fortalecer su liderazgo; instrumentalizaría la buena fe de sus colaboradores, en provecho personal; trasladaría a otros la responsabilidad por las fallas en su gestión; acontecimientos cuestionables en que estaría involucrado quedarían en la oscuridad o el misterio. Sin duda, cabría invocar el argumento aquel de que “el fin justifica los medios” que, se dice, Maquiavelo articuló en El Príncipe para la posteridad. Pero también sería válido preguntar: ¿cuál fin?, si con dicho comportamiento la institución habría llegado al colapso.
¿Hipótesis, conjetura, “realidad”? En cualquier caso, su valoración ética depende de los miembros de la colectividad, mientras su enjuiciamiento moral corresponde a los dominios de la conciencia y el espíritu.