Durante casi 10 años como Vicerrectora de Docencia de la Universidad de Costa Rica, participé en la generación de políticas para orientar a los nuevos estudiantes de la institución y a los estudiantes de V año, próximos a egresar de secundaria, en la selección de carreras de su preferencia.
El proceso fue una ardua tarea de investigación que evidenció que, en esta decisión, el estudiante busca su satisfacción interior y la definición de un futuro exitoso en lo personal y económico.
En la situación del país, se agudiza la necesidad de ser exitoso en esta definición profesional pues el mundo exige rapidez y eficiencia en los estudios para ser muy competitivo en la búsqueda de fuentes de trabajo reales y bien remuneradas.
Más eficiente. En el mundo, muy competitivo, feneció el Estado benefactor que solucionaba las necesidades sociales. Hoy se impulsa un Estado facilitador de oportunidades, y en el país, donde buscamos siempre que la democracia dé oportunidades para el bienestar de la mayoría, el Estado debe ser más eficiente para garantizar, a todos y todas, oportunidades de mejoramiento social.
Ese nuevo Estado no puede ser el empleador por antonomasia, como en el pasado; hoy es necesario contar con un fuerte sector empresarial, nacional y extranjero, que brinde oportunidades de empleo de alta calidad y bien remunerado.
Llama la atención, por eso, la actitud de algunos estudiantes -futuros trabajadores o graduados en busca de empleo- contra el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, que es un instrumento, una herramienta que, con su agenda de acompañamiento permitirá fortalecer el mercado, crear empleos y oportunidades.
Los esfuerzos de concertación, sobre todo de países en vías de desarrollo con los ricos, focalizando áreas geográficas, son fundamentales para avanzar en todos los campos: económico, político, social, etc.
La búsqueda del consenso y la toma decisiones es el reto político mayor. No olvidemos que la política nacional está estrechamente ligada a la política internacional, igual que el país no está aislado, sino inserto en el mundo.
No hay razón alguna válida para oponerse a un tratado comercial que solo beneficios traerá al país.
Aún hoy, los detractores no nos han dado una alternativa mejor para su rechazo. No puede el país seguir a la zaga del proceso de desarrollo. Es urgente firmar el TLC y buscar la incorporación en pleno de Costa Rica a los mercados mundiales; esa debe ser nuestra estrategia de desarrollo: una apuesta comercial competitiva y generadora de oportunidades para todos.