Don Enrique Gomáriz responde “la diatriba antieuropea, antidemocrática y en el fondo, antihumanista que hace Jaime Gutiérrez Góngora” en mi artículo “Husein sí tenía ADM”. Mucho arriesgué durante la ofensiva comunista en Centroamérica y muchas amenazas recibí de sandinistas y farabundos por defender la democracia. Por eso, me hirió el cargo de “antidemocrático”.La tesis de mi artículo era que el hecho de que no se hubieran encontrado todavía armas bacteriológicas, químicas y nucleares en Iraq no significaba que solo esas armas de destrucción masiva existen. Con muy poco dinero al-Qaeda demostró su capacidad de infligir un daño devastador a la mera cima del sistema internacional, Nueva York, como parte de su anunciado propósito de terminar con la civilización judeocristiana. Demostré que Sadam tenía enormes cantidades de dinero y que, como dictador, podía disponer libremente de estos fondos. Sus contactos con agentes de Osama bin Laden están demostrados con detalle en el libro de Stephen F. Hayes, The Connection (Harper Collins Publishers, NY, 2004).
Engañosa tesis. Me quejaba en mi artículo de que “editoriales, denuncias, grandes manifestaciones, juicios políticos, comisiones investigadoras, todo ese circo político” estaba minando el esfuerzo por democratizar Iraq al insistir en la engañosa tesis de que, al no encontrar armas de destrucción masiva (ADM), la guerra contra Husein no estaba justificada. Esa opinión no me convierte en “antidemocrático.”
Cuando los terroristas islámicos derribaron las Torres Gemelas en un acto de agresión no provocado, el presidente Bush, democráticamente electo por el pueblo estadounidense, con el derecho que le asiste a la víctima de definir la respuesta a la agresión, buscó al enemigo en su guarida para no tener que enfrentarlo en su propia tierra. Tuvo entonces y, tiene ahora, el respaldo de su pueblo. Me parece, por lo que dice, que don Enrique enfrentaría la amenaza terrorista de una forma distinta: “O hacemos de las tensiones un debate creativo o las exacerbamos”. Pero las “tensiones” no fueron creadas por un movimiento terrorista occidental dedicado a destruir la civilización musulmana. De acuerdo con su principio, le hubiera parecido más democrático que el presidente Bush le solicitara a bin Laden una reunión para sostener un “debate creativo” en vez de “exacerbar” las tensiones, destruyéndolo a él, a su organización y a quienes lo apoyaran. Creo que es un primordial deber biológico defenderse, con el fin de destruir la amenaza, cuando una persona o un estado es víctima de una agresión no provocada.
Continente guerrerista. Es precisamente la actitud apaciguadora de Rusia y Francia a favor de Husein la razón por la cual acepto el cargo de antieuropeo mientras el apaciguamiento de dictadores siga siendo la política de esos países europeos. En ese continente guerrerista se originaron tres guerras mundiales, desatadas por fuerzas antidemocráticas que le costaron al mundo más de 200 millones de muertos. El europeo Hitler fue apaciguado por el europeo Chamberlain en un “debate creativo” en Múnich. Esta destructora práctica la terminó el estadounidense Truman que dejó de apaciguar al europeo Stalin y fueron estadounidenses los que libraron al mundo de la amenaza antidemocrática del marxismo-leninismo. No sé si el hecho de que no me gusta que maten tanta gente me hace antihumanista.
El terrorismo descarta cualquier “debate creativo” con gente que no le importa matar cientos de niños en Chechenia. El 7 de setiembre, el general Baluyevski anunció que Rusia, que atacó a Bush en las Naciones Unidas por su tesis de “guerra preventiva”, ahora perseguirá a los terroristas “en cualquier rincón del mundo”. Y vamos a ver qué hace Francia si los terroristas matan a sus periodistas. Es probable, como hicieron tres veces en el siglo pasado, que le pidan a Estados Unidos que los defienda.
La democracia hay que defenderla como los hombres: siempre con la cabeza pero, si es necesario, a balazos.