La senectud lo pone a uno a pensar en las cosas del alma. Todo cambia porque la razón es dinámica y el pensamiento de hace 2.000 años ha evolucionado y es diferente al de hoy.
Juan Pablo II, uno de los papas más inteligentes de los últimos años, dijo que no existe un lugar específico para el cielo. El cielo es un estado espiritual sin dimensiones y se puede llegar a él antes de morirnos, basta con amar al prójimo y a la naturaleza que son obras de Dios.
Como todo cambia, la comunicación espiritual también cambia y se me ha ocurrido hacer un padrenuestro para mi uso personal, sin menospreciar la trascendencia histórica de la oración milenaria.
Mi padrenuestro: Padre nuestro que estás en el universo, ayúdame a hacer del día de hoy un día útil. Dame la oportunidad de servirle a alguien que necesite de mí, dame el valor de no odiar a nadie, ni siquiera a los que me malquieren. Inspírame para administrar bien los recursos de la naturaleza,que son para todos y no solo para mí. Ayúdame a cultivar el amor y las buenas costumbres. Dame un árbol para sembrarlo y un camino para seguirlo. La tierra, el sol, el viento y la lluvia son para eso: para que nosotros sigamos caminando; y, al llegar mi último día, no me lleves para el cielo, déjame descansar en Heredia, que es el lugar donde nací. Gracias, Señor.