A finales de la década de 1940 y comienzo de la de 1950, dos notables actores norteamericanos irrumpieron simultáneamente con impulso arrollador en el cine, destinados a hacer historia y convertirse en famosos, tanto por su magnetismo personal como por la hondura histriónica para interpretar sus personajes. Me refiero a Marlon Brando y Montgomery Clift.
Cuando se iniciaron en el cine, pese a ser muy jóvenes, ambos ya habían logrado dejar atrás una larga y luminosa estela como actores de teatro, especialmente Clift, quien a la temprana edad de 13 años actuó por primera vez en una pieza teatral liviana. Fue tan aplaudido que seguidamente le ofrecieron un contrato a $50 por semana para actuar en otra obra de mayor calado titulada Fly Away Home en un prestigioso teatro en Connecticut. Su salario fue muy bienvenido por sus padres porque, después de ser muy acaudalados, se habían arruinado por la gran depresión que asolaba a los EE. UU.
De allí en adelante Clift siguió cosechando triunfos en el teatro durante varios años, actuando en grandes obras como El zoológico de cristal , de Tennessee Williams, en Crimen y castigo , novela de Dostoieski adaptada al teatro, y en el papel de Treplev en la conocidísima La gaviota, de Chejov, para mencionar solamente tres de las innumerables obras en las que actuó.
Enloquecía a las mujeres. Brando y Clift eran físicamente opuestos. Mientras el primero era alto y robusto, con un magnetismo más animal que humano, el segundo era de estatura media, delgado, culto (hablaba con soltura el francés y el alemán, producto de sus largas estadías en Europa con su madre y hermanos cuando era aún un niño con diversos tutores), con un rostro de grandes ojos y facciones muy finas que enloquecía a las mujeres de aquellos tiempos. Recuerdo una canción de la cantante negra Eartha Kitt, en la cual se refería a un personaje "con un rostro como el de Montgomery Clift".
Con cada triunfo de Clift en las tablas, las presiones de Hollywood para que actuara en el cine se hicieron cada vez más irresistibles. La primera película en la que actuó y fue aclamada se tituló The search , bajo la dirección de Fred Zinnemann, filmada en Berlín a principios de 1948. Se trababa de la búsqueda por parte de un soldado norteamericano (Clift ) de un niño perdido entre las ruinas de la devastada ciudad. Le siguió Red River, del director Howard Hawks, estrenada en setiembre de 1948. Versaba sobre el arreo de ganado desde Texas hasta Kansas a principios del siglo XX, para después transportar los animales en ferrocarril hasta los grandes mataderos en Chicago. En 1949 apareció Clift en The Heiress (La heredera), con Olivia de Havilland, dirigida por el famoso William Wayler, en la que hace el papel de un cazafortunas frustrado.
The Big Lift fue la cuarta película en 1950. Era la historia del puente aéreo organizado por los norteamericanos desde su zona militar en Alemania para abastecer de alimentos a Berlín, bloqueada por el ejército soviético.
Fines comerciales. De esta primera camada, el quinto filme fue A Place in the Sun , con la bellísima Elizabeth Taylor. Debajo del título siempre aparecía la frase "An American Tragedy pues de eso se trataba. Yo vivía en los Estados Unidos y la prensa de la época afirmaba que Elizabeth se había enamorado profundamente de Monty, como le llamaban sus amigos. Los estudios de Hollywood, ni lerdos ni perezosos, explotaron al máximo las afirmaciones del romance, con fines comerciales. Desgraciadamente, también surgieron los primeros rumores sobre la supuesta homosexualidad del actor. A la postre esos rumores resultaron ciertos y afectarían su vida hasta morir, a los 46 años, al final de la filmación de The Defector en 1966.
Yo asistí a la proyección de sus 17 películas, y fue una de mis favoritas, además de A Place in the Sun , I Confess ( Mi secreto me condena ), en la que hace el papel de un sacerdote acusado falsamente de haber cometido un asesinato. La película fue filmada en Quebec, Canadá, y fue dirigida por el maestro del suspenso, Alfred Hitchcock, en 1953.
Una de las peores tragedias personales de Montgomery Clift fue el terrible accidente automovilístico que sufrió después de asistir a una fiesta en casa de Elizabeth Taylor en 1957. El resultado fue que se fracturó la mandíbula y la nariz en varias partes. Por más esfuerzos de la cirugía estética de esos años, el rostro de Clift no fue el mismo nunca más.
Cuando he leído en la prensa la mención de algún gran actor de antaño, se ignora a Montgomery Clift, quizás el más brillante entre los de su época. Si no hubiera sido por su homosexualismo, las drogas y el alcohol, hubiera logrado los mismos niveles de Lawrence Olivier.
Para mí escribir este artículo ha sido un refrescante paréntesis de los usuales temas que a todos nos afectan. Ojalá que a quien lo lea le resulte interesante, sobre todo si es cinéfilo como yo.