Florecía el año 1492 y la Europa medieval se hallaba en el preludio de alcanzar las mieles de su expansionismo marítimo: proclamar la existencia del continente americano en los límites occidentales del océano Atlántico. La búsqueda de metales, piedras preciosas y la ruta a las Indias Orientales se transformó en la conquista de territorios vírgenes y la difusión del comercio internacional ampliado con la aparición de nuevas mercancías. Quinientos quince años después, con una historia de vida independiente y un nombre en el escenario de las naciones, los países americanos, cada uno con sus condiciones socioeconómicas y polí- ticas particulares, buscan las oportunidades para crecer con respeto y equidad, sin condicionamientos de ningún tipo.
Costa Rica, con 4,5 millones de habitantes, un PIB per cápita de $4.858 y carente de soberanía alimentaria para autoabastecer el mercado interno, tiene en el comercio internacional de bienes, servicios y la inversión extranjera directa elementos claves para su política y evolución económicas.
Intereses comunes. El Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea es el primero de su naturaleza que se negocia en el istmo. El acercamiento se inició en 1984 con el Diálogo Político de San José para el mantenimiento de la paz en la región. Desde entonces, la Unión Europea y Costa Rica, en particular, han mantenido intereses comunes muy fuertes en la Organización Mundial del Comercio, como la reactivación de la Ronda de Doha y la discusión de temas agrícolas; pero, en los últimos años, reverdece la intención de firmar un Acuerdo de Asociación que, además del ámbito comercial, apunte hacia aspectos como seguridad, cooperación contra la pobreza, gobernabilidad, ciencia, tecnología e información.
La conciliación total de intereses es deseable pero a la vez imposible. Mientras Europa se preocupa por la competencia económica de China, la consolidación de bloques comerciales y la inestabilidad inducida por las migraciones del Magreb hacia los países del Mediterráneo, Centroamérica está estancada desde la década de 1960 en el anhelo de integración, divida por realidades económicas y sociales muy disímiles.
Distancia abismal. El progreso de la Unión Europea en su proyecto de integración dista abismalmente del centroamericano. Uno de los requisitos para iniciar el diálogo con Centroamérica eran los avances en integración aduanera y la consolidación plena de la democracia. Sin embargo, llegará a la mesa de negociaciones sin haber equiparado los controles aduaneros; uno de los retos más grandes yace en la armonización de las medidas fito y zoosanitarias y la modernización de la infraestructura portuaria y aeroportuaria, aunado a la necesidad de apoyo para los pequeños y medianos productores para que compitan en los mercados externos.
A la espera de un referéndum y detenida por la inercia de sectores que procuran mantener sus intereses a vista y paciencia de todos los costarricenses, el Gobierno debe procurar una negociación inteligente de este Acuerdo de Asociación, de la mano de la sociedad civil y de sus vecinos centroamericanos, y presentarnos claridad, información y responsabilidad para no estancarnos en enfrentamientos irracionales y diálogos interminables dentro y fuera del Congreso.