El 23 de agosto, mediante un artículo de opinión se me ataca de “perenne exhibición” y se asegura que el firmante “no representa a ningún colectivo” y que mi actuación en el Congreso solo perjudica la imagen de las personas con discapacidad.
Tratándose las críticas acerca de mi labor política en la Asamblea Legislativa y con el único fin de aclarar mis posiciones a la opinión pública y no de responder ataques infundados de sujetos que además no refieren su filiación política y familiar con funcionarios del Gobierno de la República, me parece oportuno indicar que, a pesar de que el eje temático-ideológico del PASE se sustenta en la falta de acceso y oportunidades reales de las personas con discapacidad, no es el único.
El PASE representa a otras minorías sistemáticamente excluidas de los planes y políticas del Estado durante los últimos 30 años por causa de la única y equívoca visión neoliberal de desarrollo; representa a la clase trabajadora y clase media del país, a la que ofrecí no aprobar impuestos regresivos ni leyes que privilegien a grupos “económico-políticos” en particular ni tratados comerciales como el de EE. UU., que representa una afrenta a nuestra soberanía e institucionalidad.
Por respeto. Consecuente con ello, sin variar un ápice la oferta ideológica y política del PASE, mi legitimación en el Congreso proviene de los cerca de 30.000 electores que votaron por ese ideario y, por respeto a ellos y a mis propias convicciones, seguiré siendo independiente, vehemente y enérgico en todas y cada una de mis posiciones.
A diferencia de otros no llegué al Congreso impuesto por fórmulas políticas; gané el derecho al ejercicio del control político en justas electorales y no respondo por ello a los tapujos, vendas y camisas de fuerza que imponen las tradicionales prácticas y líneas partidistas.
Se equivocan quienes pretenden que me pliegue a los designios del poder tradicional ajustándome a reglas, condicionamientos y conductas que además de reprochables son indignas.
Yo no hice fila en los partidos tradicionales para calentar mi curul en el primer Poder de la República, y tampoco hago fila para reclamar mis derechos y los de quienes represento, no me “agacho” y acomodo ante el poder tradicional y soy la principal barrera de toda aquella acción u omisión política que se contraponga al bienestar general.