No sé si es la primera vez que, por invitación del ministro de Relaciones Exteriores, las embajadas italianas en el mundo abren para quienes así lo deseen un libro para las condolencias por el fallecimiento no de un gobernante, sino de un artista, tal como sucedió el sábado pasado aquí en San José por la muerte de Luciano Pavarotti.
Muchos quisieron rendir homenaje de alguna manera, expresando un pensamiento, un recuerdo personal, una emoción vivida, escribiendo pocas pero sentidas líneas en un libro.
Solidaridad humana. El presidente Óscar Arias Sánchez lo hizo magistralmente, con su usual, clara, eficaz y estilísticamente perfecta prosa (La Nación, 9/9/07), interpretando este deseo, sentido por todos aquellos que aprecian la música, así como la cultura y la solidaridad humana. Permítanme agradecer públicamente al presidente de la República por haber querido encontrar el tiempo para este acto no obligado, entre tantas importantes obligaciones que lo ocupan en el ejercicio de sus altísimas funciones.
Por mi parte quisiera solo subrayar, por un recuerdo personal del artista, a quien tuve el placer de escuchar en Toronto con mi esposa (quien conoce de memoria muchas de las romanzas del repertorio de Pavarotti) y junto a 50.000 otros espectadores más, que pude apreciar personalmente su excepcional humanidad y afabilidad. Dotes que seguramente han contribuido para la exitosa difusión del bel canto más allá del estrecho círculo de los aficionados.
Un homenaje también rendido a la tierra de Pavarotti, Italia, y en particular la región de Emilia (inmediatamente al norte de la cadena de los Apeninos) que se distinguen por un amor casi “genético” de sus habitantes por la música operística y por un estilo de vida jovial, laborioso y, por lo tanto, positivo, que tiene mucho en común con la local “pura vida”. Y, en efecto, no por casualidad tal vez, muchos costarricenses son un poco emilianos habiéndose establecido en aquella Región (Bologna, Modena, Parma) debido a sus estudios universitarios, o bien por ser originarios, “trasplantados” en esta tierra.
Casi como un homenaje. Hace pocos días, la Dante Alighieri de San José ofreció, con la colaboración de la Embajada de Italia, en el Auditorio del Museo de los Niños, un concierto de música y canto operístico, con excelentes artistas costarricenses; casi como si se tratara de un homenaje a Pavarotti, así como las muchas óperas líricas puestas en escena en los últimos meses en los mejores teatros de la ciudad, que seguramente querrán mantener, de esta manera, alta la atención para esta rama de la cultura universal.
En nombre de las máximas autoridades italianas que participaron en las exequias del “maestro”, el pasado 8 de septiembre en Modena, vaya por delante el agradecimiento profundo de la Embajada de Italia por cualquier forma de condolencia, sentida y expresada, con un ulterior particular gesto para aquellas, antes recordadas, del Máximo Poder del Costa Rica.