En El Salvador, donde las tarifas de telefonía fija son superiores a las nuestras, las cuatro empresas que dan el servicio han disminuido las solicitudes no atendidas a solo 733, según cifras actualizadas de la Siget. Concluyo que también para Costa Rica, sin importar la tarifa, lo más importante para el usuario es la disponibilidad inmediata de opciones de servicio, como hemos venido proponiendo por casi una década los que sí creemos en su libre comercio.
El mismo día, la periodista Mercedes Agüero nos informa que muchos otros apetecidos servicios, como los de prepago, no se brindan aquí por razones también muy complejas. Cuesta creer que el ICE pretenda dar servicio prepago a ¢71 el minuto, cuando lo lógico es que sea más barato que los ¢30 vigentes para pospago. ¿Será una tarifa exclusiva para turistas u otro filón por explotar de la minuta de la telefonía móvil en monopolio?
Aterradora conclusión. Sobrecoge leer a don Claudio concluyendo que el ICE no solo atiende la demanda de telefonía fija, que ya llega a 80.000 solicitudes, sino que también “tramita nuevos proyectos, que van a permitir el desarrollo de nuevos servicios, atender a clientes con nuevas tecnologías y satisfacer nuevas demandas de infraestructura en todo el ámbito nacional”. Una aterradora conclusión que me suena a “seguiremos picando la leña, pero sin prestar el hacha”. Somos muchos los que deseamos que, con una moderna ley en telecomunicaciones, nos beneficie un ICE que estaría obligado a mejorar servicios y redes día a día y a permitir la interconexión complementaria con las privadas que, previos estudios de mercado y millonarias inversiones, decidan y cumplan los requisitos para operar aquí.
Uno a uno se han desmitificado y rebatido los argumentos de los defensores del monopolio contra de la apertura y el libre comercio en telecomunicaciones. Solo falta derrotar el “supuesto derecho adquirido” del sector sindical, que suena muy fuerte estos días: “El ICE es nuestro y vamos a defenderlo cueste lo que cueste”.