He leído y oído en los medios informativos acerca de la presión de grupos ambientalistas extranjeros y nacionales contra las actividades agrícolas que desarrolla Pindeco en el cantón de Buenos Aires, Puntarenas.
Tengo más de 30 años de vivir en Volcán de Buenos Aires, soy ingeniero agrónomo con más de 46 años de ejercicio profesional, me dedico a la siembra de plantaciones forestales, viveros, producción de semillas, asesoría agrícola y participo en una amplia labor de protección ambiental, que abarca a escolares y colegiales, agricultores, cooperativas, instituciones estatales, etc. Vivo en total coexistencia con Pindeco, pues mi finca de 48 hectáreas está rodeada casi en su totalidad por plantaciones de piña de la empresa.
Durante estas décadas he conocido muy bien la situación laboral y económica de la zona, antes y después de la llegada de la compañía frutera. Lo que se vivía años atrás, con la comunidad administrada por unos pocos, con cero progreso económico, social y mucho menos cultural, contrasta con lo de hoy: miles de trabajadores de campo, talleres, conductores, empacadoras y profesionales que disfrutan de trabajo permanente, salarios justos, solidarismo y excelente oportunidad de educación y salud para sus hijos, brindadas por el Estado en colaboración con la empresa.
A lo anterior se suman las divisas por las exportaciones, más los pagos de cuotas a la CCSS, al INS, al ICE por servicios, por impuestos, etc.
Quisiera que quienes se oponen en forma poco transparente a esta empresa debatieran sus ideas a la luz del día, con líderes tangibles, con nombres y apellidos. Temo que este frente de lucha contra Pindeco desaparezca, después de llevar la zona a un holocausto económico como el vivido en la zona bananera del Sur.
Como agricultor, profesional del agro y vecino por 30 años del cantón de Buenos Aires, tomo partido ante los hechos comentados, que impugnan unos pocos vecinos resentidos, porque guardar silencio es señal de aprobación, lo que no podría aceptar jamás.
(*) Ingeniero agrónomo