Las mismas poses y palabras huecas de siempre. Algunos fruncen el ceño en el intento de reflejar el carácter del que carecen. Todos se creen la pomada canaria al hablar de los diversos problemas del país.
¡A mí con flores! Estoy cansado de oírles los mismos cuentos, sin la mínima muestra de que entienden la realidad nacional, cargada de desesperanza.
Desde el momento en que un político dice “yo, yo y yo” se hace acreedor a mi rechazo rotundo pues no pasa la prueba mínima de conciencia: esto, o lo sacamos adelante todos, o nos hundimos por parejo.
Lo primero que deben entender nuestros políticos es que los ciudadanos estamos urgidos de ver obras del tamaño o más grandes que los males, de tener ante nosotros pruebas reales de su vocación de servicio.
NINGUNA fuerza política tiene por sí misma las respuestas que el pueblo exige, y, mientras sus líderes no lo entiendan ni acepten así, Costa Rica seguirá en picada.
Duele y molesta que se tiren a la basura millones y millones de colones del pueblo en cada campaña para que los políticos repitan las promesas y mentiras de siempre, y dejen más endeble nuestra democracia.
Lamentablemente, el Tribunal Supremo de Elecciones se ha prestado para ese juego politiquero, al alcahuetearlos y no exigirles seriedad y responsabilidad en sus planteamientos.
Ahorita mismo se escuchan y leen mensajes del Tribunal a los ciudadanos propios de la escuela de la Niña Pochita, mientras los partidos juegan con las aspiraciones del pueblo, sin freno alguno. ¿No sería más provechoso para la democracia, por ejemplo, que el Tribunal invierta esos recursos en advertir a los votantes sobre la necesidad de cuestionar a fondo las ofertas antes de dar su adhesión?
La lamentable situación de incredulidad ciudadana a que hemos llegado, exige muestras extraordinarias de “desprendimiento” por parte de la denominada clase política si quiere mantener vigencia.
Ello pasa por la disposición a trazar, CONJUNTAMENTE, grandes proyectos de interés nacional antes de los comicios, con el compromiso de ejecutarlos en la próxima administración, sin importar quién gane.
Esa sería una forma práctica de probar a los ciudadanos que de verdad se quiere a Costa Rica, y de enmendar el gran daño que le han hecho a la democracia con tantas habladas de paja.