Hay que oírlo hablar del cosmos, de las galaxias, de las estrellas (y, habría que agregar, del polvo de las estrellas). Jorge Jiménez Deredia, nuestro ilustre escultor, diserta y explica, con una profunda e inspirada convicción, acerca de las fuentes de las cuales bebe para expresar lo que le dicta su poder creativo. Alcanza lo metafísico. Se remonta y recorre el universo como si le fuera harto conocido. Su testa es como la de una escultura realizada con cincel, fuerte, bien delineada, su expresión dulce. Su hablar es sereno, su palabra es certera y elocuente. Convence y deslumbra.
El ojo diestro de Mario Cardona va desentrañando por medio del lente de su compleja cámara de cine los matices del rostro del celebrado artista y acentúa dramáticamente sus expresiones y sus proporcionadas facciones. Un impresionante close-up de los concentrados ojos de Jiménez Deredia, nos asoma al instante en que el artista da tenues golpes al cincel que afina la pupila marmórea de San Marcelino de Champagnat, el santo que, en el siglo VXIII, dedicó su vida al bienestar de los niños. Desde el pasado 20 de setiembre, su estatua de mármol de cinco metros y medio de altura realizada por nuestro herediano artista quedó montada en un nicho diseñado por Miguel Ángel en la gran basílica de San Pedro en Roma hace algo menos de 500 años.
Descomunal acontecimiento. Una conmovedora escena nos deja contemplar al escultor cuando se acerca al Papa y el momento en que Juan Pablo II le da la bendición. Polvo de estrellas es el nombre de la producción cinematográfica de este descomunal acontecimiento que TAO
Films le ofrece al mundo. El formidable hecho ubica a un artista costarricense en la galería de los grandes, a una altura como nadie jamás en Latinoamérica lo había logrado.
La película es una joya de principio a fin. En un Teatro Nacional, lleno de un público ansioso y expectante, María Lourdes Cortés hizo una notable presentación la noche del estreno de gala. La elocuente película intenta acercarnos al espíritu del artista, sus estados de ánimo, sus puntos de referencia.
"Venimos de las estrellas", dice Jiménez Deredia casi al inicio del film. Esta frase nos ubica en su orientación. Es más que sugestivo cuando luego habla de las misteriosas esteras precolombinas. De la esencia que las constituye. Las esferas son los reiterados apoyos de Jiménez para la creación de la mayoría de sus obras. Buena parte de la sencillez que ostentan sus piezas, se origina en las milenarias esferas de piedra que nacieron en el territorio sur de Costa Rica. Asegura que las esferas son las únicas figuras abstractas que nos legaron las culturas precolombinas.
Espiritualidad. La película de TAO Films no pretende hacernos un documental biográfico de Jiménez Deredia. Su intención es otra y ello es evidentemente claro. El documental nos abre un flanco trascendental del artista: su espiritualidad, su actitud ante su obra, ante la vida. Agrega además lo que piensa de él Pierre Restany, el prestigiosísimo critico francés que en este momento está terminando una monografía sobre el escultor. En el film, dice Restany que de todos los artistas contemporáneos que conoce (ha escrito cerca de 80 libros sobre los grandes de hoy) Ives Klein y Jorge Jiménez Deredia son los más espirituales. Quizá los únicos que hacen de su arte algo eminentemente fundamentado en lo espiritual.
El trío de TAO Films, Hilda Hidalgo, Mario Cardona y Laura Pacheco, junto con Fidel Gamboa cuya música respalda el film, han logrado ubicarse en el territorio del gran cine documental. El domingo 8 de abril, Canal 7 va a transmitir Polvo de estrellas a las 7 p. m. Hagamos todos la cita con la estrella.