La política social debe garantizar la participación y el acceso a las oportunidades básicas para su desarrollo a todo ciudadano. Esto es, a la salud, a la educación, al trabajo y a la libertad (autonomía) de escogencia y desempeño. No se trata solo de un derecho individual, sino de una necesidad social, pues permite crear condiciones y el clima necesario para las inversiones en capital humano. Sin acceso a estas oportunidades los individuos y en general la organización social se deterioran y descomponen, colocándose en posición desventajosa frente a las nuevas realidades mundiales. El acceso a las oportunidades básicas garantiza, por una parte, la formación para el crecimiento e incorporación social de los individuos y, por otra parte, que no surjan vallas sociales insalvables, generadoras de patología masiva.
La asistencia, entendida como entrega de servicios o recursos materiales, es un componente de la política social que garantiza justicia y estabilidad, pero cuya aplicación permanente debe ser solo para quienes no tienen posibilidades, por razones de edad o de salud, de valerse ya por sí mismos. De otra forma genera dependencia e incluso llega a discapacitar permanentemente a quienes pretende beneficiar.
Existen, desde luego, también personas jóvenes o sanas que se encuentran en situaciones muy difíciles, debido a los ajustes de la transición económica o de desastres naturales y que requieren ayuda inmediata. Estas personas deben recibir, también, la asistencia de primera mano que brindan los organismos encargados de atender a las emergencias tales como la Cruz Roja o el IMAS, mientras recuperan la seguridad física y emocional básica, pero muy luego deben ser remitidos, con participación activa de la comunidad, a un proyecto promocional. Esto es, a un proceso de recuperación y capacitación donde puedan superar su situación de desventaja temporal. El proyecto puede ser familiar, por ejemplo, la reconstrucción de la casa después de un terremoto, para acomodar la familia, comunal o institucional, como participar en un curso de capacitación laboral. En cualquier caso, la ayuda económica que se entregue debe ser siempre temporal, mientras duren los arreglos básicos o se aprenda el nuevo oficio. El proyecto promocional debe ser el eje de la acción política y no la ayuda o asistencia temporal. Que lo asistencial esté subordinado a lo promocional, no es solo un asunto de definición política, pues de hecho, aunque de manera implícita, ya está definido así en las directrices del Plan Nacional de Combate a la Pobreza, es esencial que opere así también en la práctica.
Lo tradicional ha sido que se recurre a lo promocional tardíamente, después de un largo período asistencial cuando se ha generado ya un nuevo problema social. Revertir esta relación no es fácil, choca con intereses, prácticas profesionales e inercias institucionales que, entre otras cosas, confunden en su aplicación, un concepto clave para la promoción como lo es el de capacitación, con conciencia o instrucción, alejándose, así, de las metas buscadas. La asistencia, además, en un modus operandi y vivendi de políticos clientelistas, consultoras y empresas que venden productos y servicios, que se verían afectadas con el cambio. Sin embargo, la transformación es impostergable. El asistencialismo está definitivamente agotado y si se cree en el hombre, en su capacidad y talento para salir adelante, como se pregona por parte de todos los políticos, hay que impulsar la promoción basada en la capacitación y en la organización y participación local. Cambiar el eje de lo asistencial a lo promocional, significa que los gobernantes y políticos no "dan" ni "religión" nada, sino que facilitan el acceso a las oportunidades. Que los ciudadanos en desgracia no reciben caridad sino que hacen uso de un derecho que les brinda la sociedad para recuperarse. Es una obligación solidaria que demanda esfuerzos y recursos colectivos, pero que tiene también exigencias de cumplimiento por parte de los ciudadanos con límites y plazos definidos.
En síntesis significa: a) priorizar la inversión social; b) maximizar la relación costo beneficio en estas inversiones. c) recortarle terreno al clientelismo político y; d) prevenir la formación de un numeroso "cuarto mundo" interno donde se incuben todo tipo de patologías y amenazas sociales.