Por ser pequeña y muy abierta al comercio y las inversiones del exterior, la suerte de la economía costarricense en el 2002 y más allá estará condicionada básicamente por los acontecimientos y desarrollos de la economía mundial. El comportamiento de las economías de los países ricos, en especial la de Estados Unidos, influye notablemente sobre la demanda y precio de nuestras exportaciones de bienes y servicios y en el nivel de la inversión extranjera directa. En efecto, en las dos últimas décadas las exportaciones y la inversión extranjera han sido los motores del crecimiento de nuestra economía.
Si se confirman las proyecciones de instituciones importantes como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que apuntan a un crecimiento cercano al 1% para el conjunto de las economías más ricas del globo, es muy poco probable que las exportaciones y la inversión extranjera alcancen su potencial máximo.
Reto principal. Frente a esta difícil coyuntura externa, el principal reto de las autoridades actuales y futuras es conseguir el mayor crecimiento económico posible, sin comprometer la relativa estabilidad en las variables denominadas "macroprecios": la inflación, el tipo de cambio y las tasas de interés. Para lograrlo, será necesario modificar el ambiente para los negocios y las inversiones, con el fin de que ello permita aumentar notablemente la competitividad de las empresas y el rendimiento de los trabajadores.
De la mano de un manejo extremadamente cuidadoso de las cuentas fiscales y monetarias, las siguientes ocho modificaciones a dicho ambiente permitirán un mejor desempeño de la economía en el 2002 y hacia el futuro:
Finiquitar los acuerdos comerciales con Canadá, Trinidad y Tobago y Panamá para incrementar las exportaciones de productos y servicios a esos países y atraer mayores inversiones productivas.
Llevar a buen término la apertura portuaria en el Pacífico para estimular las exportaciones, el turismo de cruceros y el desarrollo en las áreas costeras.
Profundizar los esfuerzos realizados en simplificación de trámites burocráticos, leyes y otras regulaciones (que encarecen y, por ende, desalientan la creación de nuevas empresas y la expansión de las ya existentes).
Introducir mayor competencia a nuestro sistema financiero para aumentar su eficiencia y, consecuentemente, su aporte directo e indirecto a la actividad productiva.
Flexibilizar las potestades que tiene el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) para realizar alianzas estratégicas con otras instituciones a fin de eliminar las demandas insatisfechas en telefonía fija y celular y elevar la calidad de sus servicios.
Modificar la estructura impositiva de modo que, en un futuro próximo, la carga se concentre sobre la renta y la riqueza y no sobre el empleo, el comercio internacional y la producción.
Perfeccionar el marco legal y los procedimientos que posibilitan la participación del sector privado en la modernización de la infraestructura vial, ferroviaria, portuaria y aeroportuaria.
Elaborar un cronograma de reformas que permitan incrementar el rendimiento del aparato judicial, reducir los costos de los litigios y aumentar la seguridad jurídica de ciudadanos y empresas.
Para que estos cambios y una mejor economía puedan ser realidad, las autoridades requerirán el concurso de empresarios, sindicatos, políticos y ciudadanos, lo cual, a su vez, dependerá del deseo de superación de todos y de un compromiso de empezar a trabajar desde ahora. Claramente, la recuperación económica es posible si nos la proponemos.