El círculo virtuoso del desarrollo es más educación, más crecimiento, más empleo, más desarrollo, más igualdad. Esto significa mayor inversión en nuestra gente, y un esfuerzo donde debemos participar todos.
No podemos seguir abriendo la brecha social con base en una educación que genera desigualdades. De acuerdo con un reportaje de Jairo Villalobos (La Nación, 22/2/06), el 40% de los estudiantes de los colegios públicos reprobó el bachillerato, y un 10,1% de los estudiantes en las escuelas del Estado. Esto contrasta con los colegios privados, donde solo el 14% de los estudiantes de secundaria fueron reprobados y el 15% en las escuelas privadas. La desigualdad se evidencia más cuando solo el 15% de la población situada en el 25% más pobre completa la secundaria, comparado con un 86% de los que tienen mayores recursos y tienen acceso a la educación privada.
Problemas como la deserción escolar y secundaria, falta de infraestructura en el 33% de las aulas, carencia de atención más personalizada, falta de mejoramiento continuo en la calidad de docentes y motivación, brechas socioeconómicas, alto porcentaje de repetición, un sistema educativo rígido, centralismo y, ante todo, la carencia de visión están en la agenda pendiente del próximo Gobierno. Hoy invertimos más de $1 millón en educación, pero los resultados no parecen revertir la tendencia de ensanchar las diferencias sociales. Con fundamento en estas realidades, nos obligamos a replantear nuestro modelo educativo.
El sector privado. Tiene papel importante en la identificación las necesidades de capacitación y formación. Tenemos que involucrarnos, coordinando esfuerzos para que el aprendizaje no solo se dé en las aulas, sino también en las empresas. Es una alianza público-privada. Las empresas deben tener su espacio en la formación.
Transformar el INA. Darle un papel protagonístico con ese 40% de estudiantes que reprueban el bachillerato en los colegios públicos. Hay que subsidiar a este segmento de población que se margina de las oportunidades del desarrollo. También debemos evaluar la creación de un Fondo Nacional de Capacitación orientado a las pymes, que las permite crecer y desarrollarse.
El ciclo preescolar. Es básico en los primeros 4 ó 5 años, cuando se desarrollan las habilidades cognitivas de los niños. Hay que reforzar el maternal, prekínder y kínder, y alcanzar el 25% de la población más pobre. Esto facilitará el acceso de las madres al mercado laboral y un cambio en las capacidades de aprendizaje de nuestros niños.
La educación primaria. Tenemos que hablar de una subvención diferenciada para las escuelas que atienden niños más vulnerables. Mejor calidad, remuneración a docentes, mayor capacitación, mejor infraestructura y mayor atención personalizada. No podemos aceptar altas poblaciones escolares y centros educativos con triple jornada por carencia de aulas.
Los colegios. Deben constituirse en verdaderos y auténticos formadores para el trabajo. Es realmente preciso reforzar la orientación vocacional y laboral. La enseñanza media tiene que insertarse en la finalidad de graduar técnicos profesionales. Es necesario sacar muchachos con un "machete" para trabajar y no solo colegios académicos.
La educación superior. Le corresponde reorientar sus carreras a los nuevos desafíos del desarrollo y la globalización. También tenemos que subsidiar a los estudiantes más vulnerables, abrir horarios nocturnos, que permitan trabajar a los más necesitados, y contar con becas diferenciadas.
Cambio cultural. Debe lograrse con nuestra juventud para opinar que la universidad no es la única opción. Hay cientos de carreras técnicas para satisfacer los diferentes nichos de mercado. Hay que revertir la tendencia entre profesionales y técnicos.
Educación de adultos. El 60% de la fuerza laboral, adultos, no ha terminado la educación secundaria. Esto nos obliga a desarrollar un nuevo marco curricular y hacer un gran esfuerzo para incorporar a este segmento en el proceso de mejoramiento educativo, reconociéndoles lo que saben.
Regularizar. Hay que coordinar a las universidades públicas, el sector privado y el Gobierno, en el esfuerzo en investigación y desarrollo. Hay que generar centros de investigación científica, dando incentivos y financiamiento.
Es importante que Costa Rica, rediseñe el modelo educativo frente a un mundo globalizado y competitivo. Asumamos la necesidad de estrechar vínculos entre la familia, Gobierno, municipalidades, los sectores sociales, ONG y centros de formación. Más educación significa reducir desigualdades. Necesitamos educación permanente en un mundo cambiante y lleno de inequidades. Mayor calidad, mejor administración de los recursos, mayor inversión y, ante todo, una reforma educativa integral son impostergables. Este es el nuevo reto de don Óscar Arias y de toda la sociedad.