Tengo un amigo que, como mucha gente, no sabía qué hacer con sus ahorros -los bancos pagan muy poco, decía con razón-, así que decidió invertirlos comprando acciones de una empresa. Se convirtió en socio de una gran empresa. "Gran cosa" -diría uno-, pero, en realidad, mi amigo es un socio minoritario de esa gran empresa; es decir: nada. Hoy no puede tocar su plata y, peor aún, no recibe un cinco por el rendimiento de su inversión. Claro es que a él -como a cualquier inversionista- le gustaría recibir algún retorno; pero los socios mayoritarios de la empresa -esos sí, sus dueños- decidieron que es mejor no repartir dividendos entre los accionistas, sino reinvertir todas las utilidades (dicen que la situación está difícil, que el flujo de caja, que el petróleo, que las necesidades de expansión, que, en fin, que mejor no repartir).
Mi amigo -pequeño accionista- habría preferido, claro, un poco de dividendos, pero no. Le dicen que no se preocupe, que sus acciones valdrán más con el tiempo gracias a la reinversión de utilidades; pero, igual, él preferiría ver, hoy, al menos algún rendimiento. Pero no: los socios mayoritarios prefieren reinvertir, reinvertir, reinvertir... sin repartir nada. "Ellos deben saber de qué hablan pues ellos trabajan en la empresa, la conocen, la manejan: son presidentes, directores, gerentes, apoderados de la empresa", dice mi amigo. Por supuesto, ellos sí reciben algo de la empresa: sueldos, honorarios y diversos gastos (¿cuántos?) que mi amigo -tal vez porque no sabe, tal vez porque prefiere no saber- no me detalló.
Hace unos meses, mi amigo les propuso vender. Habló con los socios mayoritarios y les explicó que, para él, un honor, sí, el futuro, la gran empresa y todo, pero, hoy, la verdad, no tengo nada y me gustaría, si ustedes quisieran, porque a ustedes sí les sirve, en fin, yo quisiera venderles mis acciones. Claro, entendemos, por supuesto, pero es que en estos momentos, usted sabe, los costos, usted ha visto el esfuerzo, la globalización, la deuda, nuevas reglas, más competencia, nos gustaría pero, usted entiende... Como la cosa indicaba que no había -¿cómo iba a haber?- interés, mi amigo insistió -que mis ahorros, que mi responsabilidad con la familia, que- y logró una propuesta: bueno, tal vez, haciendo un esfuerzo podríamos comprarle sus acciones, claro, a valor en libros (¿la mitad del valor real?); y no podríamos pagarle en efectivo, sino con algunos activos, acciones de otras empresas (no, tampoco distribuyen), un terreno que no hemos podido vender, unos locales que no se ha logrado alquilar (es decir, nada, pensé yo). Mi amigo -¿como cuántos?- sigue siendo socio minoritario de una gran empresa, es decir, nada. Sus ahorros siguen ahí, invertidos en la gran empresa. Más exactamente, capturados, expropiados..., ¿perdidos?