Tarbaca es el segundo distrito del cantón de Aserrí, sexto cantón de la provincia de San José. Aserrí ha sido famoso por sus carretas, mascaradas, tamales, chicharroneras, etc., pero solo una de sus características ha sido permanente: la piedra habitada por la Bruja Zárate, cuya cueva comunica directamente con Escazú. Aserrí y Escazú siempre se han disputado el origen de dicha bruja, sin que se haya aclarado dónde nació, cuál es su residencia permanente y cuál su lugar de veraneo.
Muy antiguo asiento de población huetar, descubierto por Juan de Cavallón en 1561 y donde Juan Vázquez de Coronado tuvo caballos y siembras de trigo, su antiguo nombre indígena,Ac Seri , significa “piedra del perico ligero”; la piedra quizás sea la misma de la bruja y el… ¿qué es un perico ligero? Se daba ese nombre al perezoso. En ausencia de ambientes naturales en el distrito central de Aserrí, los perezosos migraron a Tarbaca.
Vocación forestal. Aserrí fue declarado cantón en 1882 y el segundo distrito que se le creó fue Tarbaca, nombre indígena que significa “tierra infértil”. De hecho, al mirar los cerros de esta hermosa villa, resaltan dos cosas: 1) que sus tierras no son de vocación agrícola ni ganadera, porque no se ven áreas de cultivo ni de pastoreo; 2) que su vocación es forestal, aunque escasean los nichos boscosos primarios y sobresalen parches de ciprés y erosionadas lomas que otrora fueron bosques.
Conozco Tarbaca desde hace 60 años, cuando mis padres decidieron que nos afincáramos en San Ignacio de Acosta, como justo retiro después de los fragores de la revolución de 1948. Yo tenía escasos tres años, y desde entonces, en viajes a San José que con los años se hicieron cada vez más frecuentes, vi paulatinamente desaparecer de Tarbaca –que está a medio camino entre Acosta y San José– la escarcha de los amaneceres y los bosques de cedro y de encino que se convertían en tablas y en carbón, hasta dejar las erosionadas lomas como mudo testigo de la depredación.
Hace 35 años mi esposa y yo decidimos vivir en Tarbaca, donde criamos los hijos y todavía vivimos.
Tarbaca está urgida de apoyo. Sus cerros hicieron caso omiso a la antigua deforestación y siguieron produciendo agua: más de 300 nacientes activas brotan de estos cerros y esparcen su cristalino líquido, por intermedio de riachuelos y ríos, para que poblaciones de Aserrí, Desamparados, Acosta, Alajuelita y Escazú sacien su sed y sobrevivan; pero, en este momento, el urbanismo los está atacando y nos tomó desarmados: el cantón de Aserrí no tiene plan regulador y, de acuerdo con reciente información oficial, no hay recursos para hacerlo en Tarbaca.
La Asociación Administradora del Acueducto Comunitario hace enormes esfuerzos por controlar la devastación, pero los propietarios, físicos o jurídicos, piden permisos cuando ya han barrido con tractores los bosques y las tierras o han lesionado nacientes y quebradas.
Equilibrio natural. Los cerros de Tarbaca son nubosos, no lluviosos. Recogen, por tanto, el agua gota a gota, para incorporarla a la madre Tierra y constituyen una de las más importantes zonas de recarga hídrica del Valle Central.
Tarbaca necesita ayuda, y sus vecinos la pedimos encarecidamente a los Poderes del Estado, al Gobierno y sus instituciones, a las organizaciones ciudadanas de defensa del ambiente y a todos los ciudadanos de buena voluntad.