En junio del 2021, escribí en la revista Forbes la columna “La científica detrás de la vacuna”, donde me referí a la doctora Katalin Karikó, quien gracias a su talento e investigación hizo posible el desarrollo de dos de las vacunas más eficaces contra la covid-19 y que fueron producidas por BioNTech y Moderna.
Migrante de Hungría a los Estados Unidos, vivió décadas de rechazo y burlas de sus pares científicos, pero su tenacidad y resiliencia la condujeron a investigar sobre cómo inyectar un mensaje de ARN que use las células para fabricar las proteínas necesarias que combatan la enfermedad. La Academia le hizo justicia laureándola con el Premio Nobel de Medicina, en conjunto con su colega Drew Weissman. Se cumplió así la predicción de su madre y su ejemplo debe servir a muchas niñas y jóvenes para aventurarse en las áreas STEM.
Claudia Goldin es la segunda mujer galardonada este año a la que me quiero referir. Tercera en recibir el Nobel de Economía es la primera en obtenerlo en solitario, en una materia de gran relevancia, como lo es la participación de las mujeres en el mundo laboral y la ruptura de ciertos paradigmas, el primero, que la incorporación de las mujeres a la población económicamente activa no comenzó de cero y que siempre mantiene una tendencia de crecimiento, y, el segundo, que el desarrollo económico se encarga per se de cerrar las brechas de género. Con datos duros y una bien construida teoría, demostró que no eran ciertos.
Reconocida como “el megáfono de los cuidados”, Goldin concluye que, a partir del nacimiento del primer hijo, dado el recargo de labores de cuidado y del hogar, la participación en el trabajo remunerado disminuye lo mismo que la paga. Ella hace un llamamiento a la corresponsabilidad, a las licencias de paternidad y maternidad y a la necesidad de crear sistemas nacionales de cuidados.
El Nobel de la Paz se le otorgó a una voz poderosa que está en una prisión en Irán, Narges Mohammadi, quien por luchar contra la opresión de las mujeres y promover los derechos humanos combatiendo la pena de muerte y el derecho a la libertad para todos, carga con 13 arrestos y 5 condenas que alcanzan 31 años en prisión. Un claro mensaje de la Academia a Irán de que la situación debe cambiar.
La autora es politóloga, miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.