Existen tomas de decisiones que oscilan entre lo sublime y lo hilarante. A los neófitos nos parecen pequeñas tonterías, menos importantes que el hambre, la violencia, el irrespeto a la propiedad privada, bastión de cualquier democracia, decisiones como la tomada por la Unión Astronómica Internacional (UAI). Imagínense la siguiente conversación y reflexionemos todos un poco.
Plutón rugió. Airado, herido. Plutoncito nieto pensó que su fría lejanía es producto de ese sentimiento elitista creado por su abuelo, el rey Pluto de Disney.
No sabía por qué, ahora su abuelo rugía si él siempre le aconsejó: “Aléjate de esa chusma pachuca, ese Marte comunista y seco. Eseconcupiscente Venus que dice ser muy viril, pero tiene nombre de diosa alegrita... y Saturno con ese montón de anillos sueltos que no le permiten sentar cabeza, Mercurio demasiado tropical, demasiado ardiente y, para colmo, nuestros vecinitos Urano y Neptuno con sus juergas nocturnas y su rock pesado a todo volumen”.
“¿Y la Tierra, abuelito?”, dijo Plutoncito.
“Ah no, eso es satélite y aparte. Imagínate un glorioso espacio repleto de deliciosa y refrescante agua que se apiña en lagos, ríos, mares, cascadas y lluvia. Un suelo prodigioso que da alimento a sus pobladores. Una fauna espectacular, salvo por esos insensatos pigmeos divididos en dos tribus: mujeres y hombres. Ellos corriendo noche y día detrás de un extraño elemento llamado dinero que solo les sirve para meterlos en unas estructuras grandes llamadas casas, con cadenas, rejas, alarmas, revólveres para cuidar un montón de extraños artefactos que les permite jactarse ante amistades, amigos y enemigos. Sacrifican su vida personal y familiar con tal de ser endeudados propietarios de los automóviles, máquinas de muerte que usan en el juego perverso de apuntar a los pigmeos llamados peatones y dejarlos hechos una masa de sangre, y correr para que otros de su tribu no les hagan unas pruebas llamadas alcoholemia y les metan en unos espacios parecidos a donde tienen al rey de la selva”.
“Una inconcebible sociedad en donde los llamados representantes del pueblo debaten durante meses y años y paralizan el desarrollo del pueblo pensando solo en las próximas elecciones. En donde los corruptos son premiados y los honestos, marginados”.
“¿Y la tribu de mujeres, abuelito?”.
“Esa sí es en verdad extraña, pero como soy un caballero callaré para siempre”.
“Entonces, abuelito, ¿qué nos va a pasar de hoy en adelante?”.
“Nada m’hijo, salvo que Clyde Tombaugh va a llorar en su tumba, cuando sepa que en Praga los de la UAI nos mandaron a segundas divisiones, a la categoría de planetas enanos junto con Ceres y Xena. Y todo por los pigmeos llamados paradójicamente humanos. A nosotros no nos pasa nada, seguiremos siendo ‘vagabundos del cielo’, fríos, distantes, buscando la supremacía dentro de nosotros mismos porque, debes recordar, nuestra estatura se mide desde nuestro polo hasta donde está Dios (eso me suena conocido, ¿estaré plagiando a alguien de brazo cruzado y mano dentro del chaleco?)”.
“Buenas noches, abuelito”.
“Buenas noches, Plutoncito; mientras tus ojos de estalactitas descansan, seguiré observando el más descabellado y contradictorio circo del cosmos: el escenario de los pigmeos llamado Tierra”.