La gente hace fila a un costado del mercado municipal de Ciudad Quesada, en San Carlos, para comprarle un “pedacito” del gordo navideño de la lotería a don Carlos Sibaja Mora, conocido como “el vendedor de la suerte”. Este sancarleño de 69 años goza de fama, ya que ha vendido fracciones ganadoras de la lotería navideña en cuatro ocasiones y 12 veces de la lotería ordinaria. Para este 2024, don Carlos afirma que el número más buscado es el 15, ya que el sorteo se hará el 15 de diciembre. Asimismo, los números bajos, del 1 al 31, son muy apetecidos, ya que muchas personas buscan comprar fechas de nacimiento de sus seres queridos.
“Yo dije que el día que vendiera el premio mayor de la navideña, ese día me retiraba, y lo he vendido tres veces después de eso, cuatro veces en total. La última vez fue hace como tres años. El premio mayor de la lotería ordinaria lo he vendido como unas 12 veces. Yo el otro año me puedo pensionar, pero voy a seguir hasta donde me alcance la cuerda”, declaró Sibaja a La Nación.
En el 2021, don Carlos vendió 10 fracciones del premio mayor del Gordo Navideño de la Junta de Protección Social (JPS), para un total de ¢400 millones. En esa ocasión, se trató del número 19 con la serie 613.
Además, en el 2018, vendió el número 84 con la serie 770, que pagó los ¢1.390 millones del acumulado. Esta capacidad para traerle suerte a sus clientes elevó la fama de Sibaja a estándares internacionales.
“Yo tengo fama internacional, porque de los Estados Unidos hay gente que ha mandado a comprar lotería; la gente llega y dice ‘es que ando buscando al señor del carro rojo’. ¡Este carro rojo tiene mucha fama! De aquí han salido cualquier cantidad de ganadores. Aquí llega gente de Guanacaste, de Limón, de frontera a frontera”, indicó con orgullo.
Incluso, el famoso vendedor afirma que uno de los años en que vendió el premio mayor del Gordo Navideño, también vendió el mayor del sorteo de consolación.
Un jueves de noviembre al mediodía, es imposible hablar con don Carlos por más de dos minutos sin que alguna persona llegue a comprar una fracción del Gordo, una raspadita o un “pedacito” para los chances.
Los compradores de Sibaja confirman que a veces la fila es de hasta 50 metros, especialmente en los días de pago, cuando se acerca la Navidad y después de que se depositan los aguinaldos. En esas fechas, don Carlos le pide ayuda a algún hermano o hijo suyo, porque solo no da abasto.
“A mí me han llegado a comprar dos quintos, que son diez enteros, ¢800.000. Ayer, un carajo llegó de Limón a llevarse dos quintos de la navideña. Él me llamó antes y me dijo los números que necesitaba, entonces yo ya los tenía aparte. Más bien, me dijo que le consiguiera un entero más. Vengo llegando del correo porque mandé lotería para Pérez Zeledón”, explicó don Carlos con naturalidad.
Sibaja abre su puesto todos los días a las 6:30 de la mañana, y lo cierra a las 5 de la tarde, a excepción de los domingos, que trabaja hasta mediodía. Desde el momento en que parquea su famoso carro rojo, ya tiene compradores esperándolo. La mayoría de ellos buscan un número específico, aunque nunca falta el “gallo tapado”.
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Don Carlos juega lotería esporádicamente, aunque confiesa que no tiene ningún tipo de superstición; para él, cualquier número es bueno.
No obstante, Sibaja lamentó que algunos revendedores se aprovechan para cobrar sobreprecios, especialmente por los números más buscados, por los que llegan a cobrar hasta ¢5.000. Algunos incluso intentan engañar a los compradores diciéndoles que él ya no trabaja, pero que son sus hijos y ahora se encargan del negocio.
Para él, cobrar sobreprecios no es una opción. Vende al precio oficial, ¢2.000 por pedacito y ¢80.000 por entero. Considera que este es uno de los motivos por los que la gente lo busca tanto, ya que saben que no pagarán de más. Además, Sibaja no cobra nada por cambiar los pedacitos premiados. Hay vendedores a los que se les ha cancelado la cuota por estas prácticas o por vender lotería ilegal.
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En el 2021, pocas semanas antes de que saliera el Gordo Navideño que él vendió, don Carlos fue víctima de un asalto. Dos sujetos llegaron caminando, se pusieron pasamontañas y lo encañonaron para robarle ¢6 millones en chances, lotería ordinaria y lotería navideña.
Afortunadamente, él tenía bien guardado el dinero en efectivo; por lo tanto, los ladrones no pudieron llevárselo. Tampoco le robaron los pedacitos del número 19 que tenía guardados porque eran un encargo, y finalmente esas fracciones ganaron los ¢400 millones del premio mayor.
Don Carlos concluye la entrevista con un buen recuerdo de la ocasión en que ayudó a un jornalero a cambiar un premio que superaba los ¢1.000 millones.
“Llegó el cliente y me pidió un gallo tapado, era un peón de finca que venía con botas de hula. A los días llega y me dice ‘Carlos, que torta te jalaste conmigo’, y me enseñó los pedacitos. Me pidió asesoramiento; entonces fuimos a hablar al banco para que lo atendieran en privado para que nadie se diera cuenta, y ahí mismo lo ayudaron”, recordó don Carlos.