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La Iglesia católica advirtió a los feligreses que seguir las enseñanzas del presbítero costarricense José Pablo de Jesús Tamayo Rodríguez, o participar de los rituales celebrados por ese sacerdote, podría conllevar la excomunión.
Tamayo Rodríguez, de 91 años, fue excomulgado a finales de noviembre por rechazar la autoridad del papa Francisco y no sujetarse a la jerarquía del sumo pontífice.
En un comunicado remitido por el arzobispo de San José, José Rafael Quirós, a todas las parroquias del país se advierte a los fieles que, de participar en las actividades de culto organizadas por Tamayo, en particular la eucaristía, o bien adherirse a sus enseñanzas, corren el riesgo sufrir la misma sanción que el cura.
De acuerdo con la misiva arzobispal, la penalización para los fieles se aplicaría de modo inmediato, sin la mediación de una autoridad eclesiástica, por el mismo delito de cisma, es decir, división o separación en el seno de una iglesia o religión.
Específicamente se trata de excomunión latae sententiae, es decir, una pena en la que se incurre automáticamente, por el mismo hecho de haber cometido un delito ya juzgado, cuando la ley o el precepto lo establecen así expresamente.
Pero, ¿cómo puede comprobar la Iglesia que los fieles están cometiendo ese delito contra la normativa católica, de forma consciente, y no por ignorancia de la pena que se le impuso al sacerdote Tamayo Rodríguez?
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La Iglesia, a través de sus párrocos y obispos, tendría que entablar un proceso de diálogo con la persona para determinar si es consciente de la sanción de Tamayo y de que no puede ejercer el sacerdocio, porque de no tener ese conocimiento, queda en advertencia.
Pero si la persona dice que no le importa lo que diga la Iglesia católica, sino lo que dice el sacerdote sancionado, “entonces es una iglesia aparte, un poco como la historia del protestantismo, cuando se rompe la autoridad del Papa y hacer iglesia aparte”.
El canciller de la Curia Metropolitana, Rafael Ángel Sandí López, explicó a La Nación que ningún fiel católico puede decir que es fiel católico y no estar en comunión con el papa Francisco, tal como sucedió con el sacerdote Tamayo, quien después de un proceso penal se confirmó que incurrió en conductas u opiniones no acordes con la fe de la Iglesia, ni admisibles de acuerdo con la doctrina o la disciplina eclesiástica, de las cuales el presbítero no quiso retractarse ni enmendar.
Sandí reconoció que puede haber fieles que sigan participando de los ritos con el sacerdote sancionado, o de sus enseñanzas, por ignorancia de la penalización que este recibió de parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pero también puede haber personas que lo hagan de forma consciente.
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“Al estar él fuera, tenemos que ser advertidos todos los demás para saber que cualquier sacramento que él celebre ya no tiene validez, porque no está dentro de la comunión. Se tiene que dar noticia de eso”, explicó el canciller.
En cambio, si alguien dice que no le importa lo que diga la Iglesia, sino que le importa más lo que dice el padre Tamayo Rodríguez, confirma su rompimiento con la Iglesia católica.
“Lo que se hace, en buena fe, es la advertencia para que las personas que se puedan confundir, decir que conocieron al padre, que estuvo en su parroquia, bautizó a sus hijos o hizo su matrimonio, deben saber que sí son válidos esos sacramentos, pero al romper el padre con la Iglesia, ya no puede seguir ejerciendo. Esto es para salvaguardar la conciencia de las personas y que no caigan en el error”, manifestó Sandí López.
