Alexander José Vargas Villalobos dejó el domingo 1 de diciembre el tórrido banquillo de Guanacasteca, y el miércoles sudaba, pero acicalando los dientes de sus clientes.
Ese día atendió la salud bucal de 11 pacientes, en su consultorio, ubicado en San Antonio de Belén.
“La odontología y el fútbol me apasionan”, dijo.
Ejerce la profesión desde el 2005, y estima que tiene una cartera de 300 personas que contratan sus servicios.
Son clientes labrados, muchos por medio del fútbol: exjugadores, futbolistas, directivos y familiares.
Por eso, son pacientes que entienden su afición por el fútbol y se acomodan a sus horarios.
Vargas, de 46 años recién cumplidos, es quien maneja la agenda y concreta las citas.
Lo hace sin dejar de lado entrenamientos, estudio de videos, charlas, todo alrededor del balompié.
Cuando estuvo con Guanacasteca, venía un día al Valle Central a atender su clínica.
Ha trabajado domingos, feriados, 24, 25 y 31 de diciembres.
Su consultorio es pequeño y predominan los colores azul y blanco.
El estratega se muestra distendido, bastante juvenil, con tenis, jeans y su bata azul de trabajo.
Su seriedad se la da una barba, ya con algunas rayas blancas, y el pelo engomado, como cuando iba a misa de 6 p. m., en Tilarán.
Dice que es un hombre que respeta al jugador y al directivo, pero exige igual trato, no en lo táctico-técnico porque se puede equivocar, pero sí como persona.
Mientras, se prepara para sentarse en otro banquillo, y en donde espera quedarse un año, o más. Su nuevo club no lo ha anunciado aún.
Con su característica voz ronca, habló de fútbol y de la vida.
Cordales
-¿Qué es más difícil, extraer cordales o ser técnico de fútbol?
-Ser técnico. En odontología uno sabe las técnicas. Aquí hago mi trabajo sin que nadie me critique. En el fútbol es más difícil manejar a 30 jugadores, que todos hagan caso, que los directivos te compren el proyecto y que la afición esté contenta.
-¿Qué aplica de la odontología en el banquillo?
-Tengo que analizar al paciente y siempre tener un plan A o un plan B. Si va una calza o un tratamiento de nervio.
“En el fútbol se analiza y se estudia al rival y se deben tener planes A y B. Al paciente se le respeta y también al jugador, al directivo y a la afición. Al paciente me gusta quitarle el miedo, al igual que al jugador, con quien me gusta hablar mucho”.
-La mala higiene bucal genera infecciones. Un camerino con espuela, experimentado, puede ser un problema. ¿Qué piensa?
-Totalmente de acuerdo. Yo tengo que advertirle al paciente sobre el lavado de dientes, uso de hilo dental y enjuague. Lo mismo en el camerino, al cual tengo que estudiarlo bien para poner pautas, hablarles de valores y respeto.
-¿No teme “quemarse” llegando a un equipo grande? Está preparado?
-Sinceramente, no me lo esperaba. Sí me veía más adelante en un equipo tradicional, pero Dios me puso acá para cumplir un propósito.
“Yo no le tengo miedo a nada. Me ha tocado prepararme, creo mucho en mi capacidad y he ido quemando etapas”.
Ese tránsito lo llevó a firmar con un equipo grande, pero no se ha oficializado.
Eso sí, pidió un contrato de un año.
Le dicen Pipas porque su familiares de Turrialba son bastantes jupones.
Su vida
El entrenador nació en San José. Hizo el kínder en la capital.
Su mamá, Lilliana, quien era de Tilarán, convenció a su padre Winston, un turrialbeño, de irse a vivir a la parte alta de Guanacaste.
Allá se preparó en la Escuela José María Calderón y en el colegio Maurilio Alvarado, hasta que migró a la capital a estudiar Odontología y jugar fútbol.
Estuvo en el alto rendimiento de Alajuelense, pasó al Ascenso con Turrialba y jugó con Goicoechea en Primera.
También participó con Santa Bárbara y se retiró en el 2011 con Belén.
Mientras, en el 2005 terminó su carrera en la Universidad Internacional de las Américas.
Fue asistente técnico de siete entrenadores y luego se hizo cargo de Guadalupe, Grecia, Puntarenas y Guanacasteca.
Amor en el Arenal
En 1999 conoció a Alicia Jiménez Carmona, quien vacacionaba en Tilarán.
Lo hizo en un baile con Pimienta Negra, en Puerto San Luis de Tronadora, frente al hermoso lago Arenal.
Estuvieron ocho años de novios y llevan 17 de casados. Tienen dos hijos de 14 y 10 años.
Su pareja es de Belén y es arpista de la Sinfónica Nacional.