
PUERTO ORDAZ, Venezuela (AFP) - Argentina disputará frente a Brasil la final de la Copa América de Venezuela-2007, revancha de la que perdió en Perú-2004, tras golear a un disciplinado pero ineficaz México por 3-0, con una faena a toda orquesta de Juan Román Riquelme y un gol de antología de Lionel Messi, tras dictar cátedra de fútbol en una noche de fiesta.
La conquista que había desmoronado la resistencia defensiva mexicana en el estadio Cachamay de Puerto Ordaz (este) fue la del zaguero Gabriel Heinze a los 45 minutos, pero el show albiceleste lo redondearon Messi a los 61 y Riquelme a los 66 con un tiro penal.
Messi y Riquelme anotaron ambas conquistas con toques suaves, picados por sobre el arquero Oswaldo Sánchez, con la jerarquía y la tranquilidad que sólo está reservada para los grandes cracks.
La selección argentina se medirá con Brasil el domingo en Maracaibo (occidente del país) y México lo hará el sábado contra Uruguay en Caracas por el tercer y cuarto puesto.
Los albicelestes volvieron a tener una paciencia infinita, a la espera del momento justo para golpear, mmás que nunca la noche del miércoles ante un sistema defensivo que era un prodigio de eficiencia, concentración y lucha.
Los tiros libres y de esquina en los pies de Riquelme se han convertido en un arma letal, porque cada vez que se para frente a la pelota, se toma su tiempo, mide el lanzamiento y provoca daño con la precisión de sus pases-gol a distancia.
Fue un tiro libre de este tipo el que había derrumbado la tenaz muralla de resistencia que había construido México, con la disciplina de Jaime Correa, la actitud batalladora de Gerardo Torrado, la armonización de Rafa Márquez y Jonny Magallón por el sector central y los cierres poderosos de Fausto Pinto.
Era un momento clave del encuentro, segundos antes de finalizar la primera etapa, cuando tanta llovizna le había 'mojado' la pólvora a Messi y a Carlos Tévez, y tuvo que venir el gol por un zaguero proyectado al ataque.
El corpulento lateral Heinze enganchó en forma poco ortodoxa pero efectiva el balón que Riquelme le había mandado como un pájaro de vuelo perfecto, un pase como con la mano para su botín, en la única distracción de la zaga del Tri.
Esta vez Tévez y Messi habían encontrado la horma de su zapato frente a defensores que se alternaban en anticiparlos, ahogarlos y, en el peor de los casos, derribarlos.
Sin embargo, Tevez gozó de un mano a mano pisando el área chica con Oswaldo Sánchez que el arquero le ganó en formidable reacción y lo tuvo a su merced también Andrés Guardado al guardameta Roberto Abbondanzieri, pero falló la puntería.
Nery Castillo, tal vez disminuido físicamente por su lesión, no fue el atacante rápido e incisivo del resto de la Copa y Argentina lo vigilaba con varios ojos, porque lo acorralaban Roberto Ayala y Gabriel Milito, auxiliados por Javier Mascherano.
Tanto orden táctico aplicado por México, tanto mecanismo de contención, había forzado a una batalla sin cuartel en el medio campo por la posesión de la pelota, pero cuando México la recuperaba, la manejaba sin ton ni son, salvo algún desborde intentado por Fernando Arce.
El flanco defensivo más vulnerable de Argentina era el de Javier Zanetti, quien en una jugada individual llegó a las barbas de Sánchez y le tiró la pelota a las manos, pero México estaba demasiado retrasado.
El DT azteca Hugo Sánchez quemó cartuchos y tomó el riesgo de adelantar a sus hombres en el campo cuando hizo ingresar a Alberto Medina y a Omar Bravo, pero sin descuidar el orden general ni darle espacios al letal contragolpe argentino.
Por primera vez a los albicelestes los atacaban abiertamente y se desnudaba su talón de Aquiles, como en una veloz entrada de Castillo, cuyo toque por elevación rebotó en el travesaño.
Pero por más que los mexicanos mantuvieran su esquema espartano y sacrificado hasta lo conmovedor, algún callejón se iba a formar, y primero surgió uno por el flanco izquierdo, por donde entró Messi para definir como los grandes cracks, al picar el balón de emboquillada sobre Sánchez.
El Tri sintió este gol como un sablazo al corazón y se desmoronó, con tanto estrépito que hasta se cometió un infantil penal que Riquelme mandó a la red con otro toque suave burlando al arquero.
© 2007 AFP