Marcelo Bielsa dejó de ser el seleccionador argentino de futbol en su mejor momento al frente del equipo: dos semanas después de haber ganado el oro olímpico en los Juegos de Atenas y de consolidar un estilo de juego que cosecha múltiples elogios.
Su renuncia causó conmoción en el mundillo futbolístico argentino, porque nadie hubiera acertado que sería este el momento del su alejamiento, después de varios años de críticas y rechazos a su modalidad de trabajo y su poco simpática manera de ser.
Su renuncia, por “cuestiones personales”, según allegados a la Asociación del Futbol Argentino (AFA), se produce en una etapa de afianzamiento de un puñado de jugadores jóvenes que comparten con algunos históricos un ciclo de transición del equipo.
La relación de Bielsa con los medios de prensa y con el presidente de la AFA, Julio Grondona –que le renovó el contrato tras el fracaso del equipo en el Mundial de 2002– nunca fue buena y en más de una ocasión pareció inminente su destitución.
Grondona nunca despidió a un técnico en un cuarto de siglo como presidente de la Asociación y una de las primeras reacciones suyas al enterarse de la decisión de Bielsa fue, precisamente, reafirmar esa costumbre.
Sin aspavientos
Ayer trató de no mostrarse alterado por la situación que ha provocado este episodio.
“Tomo las cosas con calma. Siempre se han hecho cambios, algunos para mejor y otros para peor. Trataremos que sea para mejor”, expresó.
El dirigente también intentó expresar que, con la dimisión de Bielsa, no se va a derrumbar la selección.
“A esta altura del partido, Argentina tiene una base muy importante que son los jugadores”.
Grondona cree que Bielsa ha sufrido “un desgaste” en seis años de trabajo con la albiceleste.
“Después de tanto tiempo de trabajo las energías, muchas veces, no sobran”.
No obstante, la decisión sorprendió porque recientemente, al llegar a Buenos Aires tras la resonante victoria en los Juegos de Atenas, pronunció palabras que no denotaban intención alguna de renunciar.
Al único que no llamó la atención el anuncio del entrenador fue a su hermano Rafael, el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno argentino, quien afirmó: “No me sorprende para nada, porque está dentro de su lógica”.
Carlos Bianchi, habituado a dar vueltas olímpicas como director técnico, y Héctor Cúper sonaron como candidatos a heredar el puesto, pero son conjeturas.