Pekín (AP). China, un país que una vez se apartó del resto del mundo, abrió sus puertas de par en par el viernes al celebrar su primera ocasión como anfitrión de unos Juegos Olímpicos, con un espectacular despliegue de pompa y pirotecnia en unas justas sin parangón por su mezcla de problemas y potencial.
Como potencia mundial en ascenso, China dio la bienvenida a numerosos dignatarios extranjeros en una ceremonia de apertura presenciada por 91.000 espectadores en el llamativo Estadio Nacional y con una audiencia global de 4.000 millones de personas. Se le describió como la gala más inmensa y costosa en la historia olímpica, usándose unos 30.000 fuegos artificiales.
Al ritmo del estruendo de las explosiones pirotecnicas, la multitud en el estadio coreó la cuenta regresiva de los últimos segundos antes que iniciase el espéctaculo, incluyendo acrobátas colgándose sobre cables y un total de 2.008 músicos haciendo repicar tambores.
Tres horas después, el desfile de atletas concluyó con el ingreso de los 639 integrantes del equipo chino, encabezado por su abanderado y estelar basquetbolista Yao Ming, junto a un niño de nueve años sobreviviente del terremoto que en mayo asoló la provincia de Sichuan.
La reacción de los espectadores fue de absoluto frenesí, al igual unos instantes siguientes cuando el presidente Hu Jintao declaró oficialmente inaugurados los juegos.
El momento cúspide se produjo con el dramático encendido de la llama olímpica, en el que el retirado gimnasta chino Li Ning flotó por los aires, cargado por un cables, hasta llegar a un punto alto del estadio, donde prendió el pebetero que arderá hasta el 24 de agosto.
No causó sorpresa que Li fuese el encargado, ya que en Los Angeles 1984 se convirtió en la primera gran figura olímpica de China cuando se adjudicó tres medallas de oro en unos juegos en los que China reapareció tras un ostracismo de 30 años.
El presidente estadounidense George W. Bush y el primer ministro ruso Vladimir Putin sobresalieron dentro del grupo de líderes presentes en acto en el que China proclamó que ya figura entre las potencias. Bush, a quien China reprendió al expresar su inquietud por la condición de los derechos humanos en el país, es el primer mandatario de Estados Unidos en asistir a una ceremonia de apertura en suelo extranjero.
Convertida ya en potencia económica, China tiene la oportunidad de superar a Estados Unidos en la cosecha de medallas de oro con sus legiones de atletas entrenados intensamente desde la niñez.
Un choque crucial entre ambos será en la gimnasia femenina, en la que sus respectivos equipos son los favoritos. En la piscina, los clavadistas chinos y los nadadores estadounidenses también deben dominar las competencias.
La antesala de los juegos tuvo ingredientes épicos. China invirtiendo 40.000 millones de dólares en infraestructura, recuperándose de un catastrófico terremoto en la provincia de Sichuan en mayo, luchando por reducir la porfiada contaminación de Beijing. La detención de activistas políticos en China, la represión en el Tíbet, los lazos económicos con Sudán en momentos de la guerra en Darfur, todo lo cual alimentó las críticas de organismos de derechos humanos y los pedidos de boicot a los juegos.
El Comité Olímpico Internacional se mantuvo firme en su decisión de otorgar los juegos a Beijing, considerando que ya era hora de traerlos a un país que alberga a 1.300 millones de personas.
Durante mucho tiempo, China soñó con abrir sus puertas e invitar a los atletas del mundo a Beijing para unos Juegos Olímpicos, afirmó el presidente del COI Jacques Rogge en su discurso. Esta noche ese sueño se ha hecho realidad.
Rogge exhortó a los atletas reunidos ser modelos para la juventud mundial, rechazando el dopaje y la trampa.
La historia presentada en la ceremonia buscaba presentar 54.000 años de historia china, incluyendo desde la Gran Muralla hasta las marionetas de ópera y astronautas. Destacando los logros en el arte, la música y la ciencia. Participaron unas 15.000 personas, incluyendo 2.008 tamborileros, todo bajo la dirección de Zhang Yimou, cuyas películas en el pasado a menudo disgustaron al gobierno y a los censores por su descarnada descripción de los problemas chinos.
Para los locales, los augurios fueron buenos. La ceremonia comenzó a las 8 de la noche, en el octavo día del octavo mes de 2008, algo auspicioso en un país donde el ocho es el número de más suerte.
El espectáculo no tocó temas políticos. No había referencias a Mao y la lucha de clases, ni a los conflictos y controversias más recientes.
Una cifra récord de 204 delegaciones participó en el tradicional desfile de atletas, incluyendo luminarias profesionales como Rafael Nadal, Kobe Bryant, Manu Ginóbili y Roger Federer.
A diferencia de otras ocasiones, el desfile no fue por orden alfabético, sino en la secuencia del número de pinceladas que se necesita para escribir sus nombres en caracteres chinos. Las excepciones fueron Grecia, el país cuna de las olimpiadas que marchó primero, y al final el equipo chino conformado por 639 deportistas.