Santa Bárbara. “¡No, no, no! No abrigo ningún sentimiento de venganza. Le anoté a Saprissa, que fue mi equipo, es cierto, pero lo que me alegró fue el beneficio que logré para Carmelita.
“¡Eso fue todo!”.
Esteban Santana fue enfático ayer al afirmar, después de los 90 minutos, que su deseo es contribuir con los alajuelenses en la consolidación de un buen conjunto para pelear por buenas posiciones en el torneo, porque, a su juicio, lo de su historia en el Deportivo Saprissa quedó atrás.
El delantero experimentó ayer dos sensaciones contrarias en su corazón.
Hizo el gol de su equipo, pero también fue expulsado.
Recordemos “las dos caras” de Esteban.
La de cal...
En el cronómetro se dibujaba el minuto 26; en la cancha, los mejores momentos de Carmelita.
Wilbert Castro tomó la pelota en el mediocampo. El habilidoso volante abrió el pase a Mario Camacho, quien esperaba recostado por el sector derecho.
Este realizó un centro. Libre del hierro de sus gendarmes, Esteban saltó y enderezó un frentazo que puso el balón en el fondo de la cabaña del guardameta José Francisco Porras.
¡Golazo y ventaja!
... la de arena
Se jugaba el segundo tiempo, a la altura del minuto 61. Una pelota bajó casi perpendicular sobre el área de Saprissa. Reynaldo Parks, detrás de Esteban Santana, se alistó para el despeje.
Sin embargo, el balón le jugó una mala pasada al saprissista y lo golpeó en el rostro.
De inmediato, Ólger Mejías, que no vio lo que había sucedido, le sacó la tarjeta roja, en una decisión precipitada e inconsulta, pues ni siquiera acató a preguntarle a su asistente más cercano, Vinicio Brenes, quien sí pudo ver de frente la acción.
“Ni siquiera lo toqué”, dijo Santana al final, entre satisfecho y resignado.