Alajuela. Cada gol dolió en el alma. Por el orgullo natural, claro está. Pero también porque en una eliminatoria así, empezar perdiendo por goleada, y en casa, supone un temprano calvario.
¡Humillados! Honduras nos dio una lección de eficiencia: supo esperar atrás, arriesgó lo justo, y le encomendó a pocos peones de ataque la misión de vulnerar la frágil línea de cuatro zagueros ticos.
Pese al desastroso resultado, hubo 20 minutos auspiciosos para la Tricolor.
Fue al inicio: la garra de Paulo Wanchope contagió a los demás y la Selección pudo llegar un par de veces al arco hondureño.
Justo al 20’, una combinación de pases verticales dejó a Andy Herron en posición goleadora. El ariete no falló y puso adelante a los nuestros.
Pero el espejismo se diluyó al minuto siguiente. Amado Guevara pilló a los nuestros celebrando aún y habilitó a David Suazo para el 1 a 1.
A partir de ahí todo fue cuesta arriba. Porque Honduras tomó confianza. Y porque el certero diálogo pie a pie de aquel lapso inicial se diluyó en un futbol sin sentido, estéril y cansón.
Si ya teníamos problemas para volver a encontrar el área enemiga, todo se complicó cuando Julio César de León clavó un tiro libre perfecto, para el 1 a 2.
La jugada nació de un error de Luis Diego Arnáez, quien pecó por lentitud.
La Tricolor reaccionó con otro gol de Herron. Veíamos un gran partido y llegamos a pensar que, con un poco más de concentración, el segundo tiempo podría traernos buenas noticias.
Pero no contábamos con el huracán de los catrachos.
Impotencia
La segunda mitad transcurrió sin mayor novedad. Costa Rica, al borde de la impotencia, falló en la misión elemental de acarrear peligro al marco visitante.
Wálter Centeno se perdió y la línea media reiteró el error de buscar a Wanchope con pelotazos que lo desgastaron. En la recta final, Honduras se daba por pagada con el empate, era evidente.
Empezar la cuadrangular con un punto de visita era suficiente para volver a Tegucigalpa con una sonrisa garantizada.
Pero entonces, el genio de Amado Guevara y de Julio de León se combinó para darle una lección a los ticos.
Fue una lección de verticalidad: con pases profundos le ganaron la espalda a los nuestros y dejaron a sus solitarios arietes en clara posición para anotar.
Al 77’, una jugada de este tipo derivó en penal. Ricardo González recurrió a la falta, cuando ya no quedaba mayor opción.
El disparo de Rambo de León, que puso el 2 a 3, parecía la sentencia. Pero el calvario apenas comenzaba.
Costa Rica adelantó filas, en una reacción lógica pero imprudente. Los catrachos hicieron fiesta con las enormes lagunas que la Tricolor dejó en su retaguardia.
Un golazo de Mario Iván Guerrero y un certero toque de Saúl Martínez redondearon la paliza.
Comenzamos postrados el camino hacia la Copa Mundial de Alemania 2006.
Recibimos una dura lección a manos de un viejo rival.
Ahora todo se anuncia como un vía crucis. Por el déficit de goles. Y por la terrible señal de debilidad que, en casa, le transmitimos a nuestros oponentes.